Aquí dejó el enlace para la más reciente colaboración con la revista Cruce que data el impacto de la novela El monstruo de Manuel Zeno Gandía:
http://revistacruce.com/letras/la-resurreccion-de-las-letras.html
Foto tomada de
mythsofthenearpast.blogspot.co
La resurrección de las
letras
¿Literatura
es todo aquello que se publica o todo aquello sujeto a la interpretación por
ser expuesta a través del lenguaje? ¿Podría ser el dietario de una familia? ¿La
nota de despedida de un suicida en una servilleta? ¿El recuerdo detrás de una
foto o la obscenidad que se diserta en el cubículo de un baño?
Para mi
literatura es mucho más que lo que se publica, mucho más de lo que meramente se
puede leer. Sin embargo, qué hay del devenir de aquello que nunca ve la luz del
mundo. ¿De aquello que yace oculto debajo del sofá, del catre? ¿Qué pasa con
esos versos sublimes que cada noche deposita ese maravilloso fulano en la parte
más discreta de su ropero?
Quizás hoy
la contestación no rebasará de un mero encoger de hombros. Quizás ese fulano ni
se entere de que pensamos en él. O tal vez, por eso de ser cordial– y de
hacerle un favor a la complicidad con que llevamos esta nota –, cada noche el
fulano ese se emociona al desear que alguien lo pondere y que ese pequeño
volumen de versos siniestros llegue en algún momento a ver la luz.
Pasa, a
veces es inevitable la conspiración de la casualidad/causalidad. Sin más ni
menos, el ejemplo que hoy traigo como muestra es el de Zeno Gandía. Su novela
más reciente– la dulce ironía de escribir semejante enunciado– demuestra no
solo lo que el escritor puede llegar a convertirse luego de lo inevitable, sino
aquello a lo que la literatura debe su aleatoriedad y belleza: el ser un
elemento humano incontrolable.
Bajo el
título de El monstruo, en el sello de
la Editorial Tiempo Nuevo, Zeno Gandía nos presenta una narrativa precoz, no
por ello lacaya, donde se diserta sobre la naturaleza humana, la estética y la
moral. Escrita en 1878, la pieza se descubrió hace unos años entre los papeles
del célebre autor de La Charca.
Clasificarla es un ejercicio azaroso por ser la obra un ejemplar que no pasa de
las 80 páginas (y esto incluyendo el estudio inicial hecho por el Dr. Miguel
Ángel Náter): puede ser un cuento largo o una novela corta, sumamente corta.
La importancia
no solo radica en la forma, algo que ineludiblemente pasa factura sobre los
estudios biográficos de Zeno Gandía y su desarrollo como hombre de letras, sino
que el tema es materia gozosa para los puertorriqueñistas. De un tirón, El monstruo puede ser resumido como la
novela en donde la pareja perfecta se enfrenta a la incertidumbre de la
naturaleza al concebir un hijo deforme. La familia sufre al no saber cómo
afrontar el suceso, por un lado, la madre adopta una actitud de complacencia y
amor hacia el fruto de sus entrañas mientras el padre asume una coraza de
estoicismo al ver que su engendro no cumple con los modelos estéticos
anhelados.
Zeno Gandía
esboza aquí algunos elementos del romanticismo del XIX a la vez que peregrina
hacia esa actitud estética que moldeará la gran novela naturalista, su magnum
opus, La Charca. Como señala Náter,
orbitarán en el texto unos encontronazos fuertes entre lo bello, lo
extravagante, lo grotesco, lo ideal, lo estético y lo moral.
Sin
embargo, la obra también tiene un efecto en el estudio de las otras
literaturas. Así lo subraya Mario Cancel al anotar en su lectura que la
influencia de los elementos del XIX en los escritores del 1930 es palmaria. No
obstante, y sin criticar lo aseverado, ¿podría haberse dado otro tipo de
dialéctica si El monstruo hubiese
visto la luz en la década de 1880? Sin ningún vicio de duda, la contestación va
en la afirmativa. Esto a razón de que el propio Zeno Gandía ya no puede ser
visto desde la misma óptica. El Zeno de La
Charca ya no existe, ha sido suplantado por un médico mucho más joven,
recién llegado de sus estudios en el extranjero y que, de línea en línea, busca
una voz y un discurso en el Puerto Rico pre-invasión.
¿Y cuál es
el lado oscuro? ¿Qué problemas presenta la aparición de una nueva etapa en el
autor? Sinceramente, no bastan siquiera estas páginas para hacer calco a todas
las interrogantes que los académicos se pueden formular en torno a esta súbita
pendiente en una de las piezas del llamado canon isleño. No obstante, a los
lectores– tribu mía –les fascinará la profundidad del argumento y les
desmotivará lo cortísima que es la obra.
El monstruo es lectura de velocidad, el hambriento sólo
tendrá ante sí un canapé, y sin darse cuenta se ha formado como crítico y compartirá
de una de las supuestas complicidades de Zeno: Que El monstruo es el entrée
al plato fuerte que será Crónicas de un
mundo enfermo. Segundo, existe la posibilidad– y esta parece ser la que más
me inclino a favorecer –de que El
monstruo sea la búsqueda, esa exploración del joven autor donde tantea
hacia qué estilo desea dirigirse. Posiblemente, y esto es un posiblemente de los que se subrayan, El monstruo es una novela incompleta, un
borrador de Zeno Gandía el cual no cumplió inicialmente con sus expectativas y
que engavetó para futuras incisiones una vez el tiempo permitiera el trabajo
literario.
Fundamento
la segunda opinión en dos supuestos. El primero, que Zeno Gandía debió estar
ocupadísimo tras su regreso a Puerto Rico tanto en la cuestión de iniciar su práctica
médica como en la de buscar qué hacer y dónde vivir (posiblemente aquí se cuela
un con quién vivir). Segundo, el archivo de la obra entre sus papeles muestra
un indicio de esperanza: ¿Por qué no quemarla o destrozarla? ¿Deshacerse de
ella? ¿Por qué no menciona o hace referencia a ella en otro lugar? (Aquí los
expertos pueden acotar si se hizo o no esa referencia, elemento del cual nunca
he tenido noticia)
Queda pues
esa leve suposición de que Zeno Gandía deseaba volver a trabajar en su obra,
refinarla, completarla, hacerla más extensa y quizás mejorar sus argumentos.
Sin embargo, la vida de médico en la transición de siglo, los brotes de
enfermedades que impactaron la Isla, atender la familia, involucrarse en el debate
público y a su vez culminar las tres obras literarias que tenía en las
costillas, pueden ser suficientes alicientes para sostener que la novela es un
proyecto literario.
A pesar de
todo lo anterior, mi observación es sencilla: La Charca no será la misma, lea El
monstruo y verá. Zeno Gandía ha resucitado y clama por sus lectores.