En los últimos 6 años prolifera el uso de las columnas de opinión y análisis para enfrentar la situación económica— que a su vez es política— de Puerto Rico.[1] El pueblo lector discurría normalmente por las páginas de los rotativos nacionales viendo la política, la sangre y los números y, más o menos, luego de algunas secciones se topaba con una entrega de los miembros académicos de nuestra sociedad. Lo cierto es que con la llegada de las revistas cibernéticas, las redes sociales y los denominados teléfonos inteligentes se multiplicó la cantidad de lectores y el acceso a este tipo de escrito. Por otro lado, y con más importancia en el campo editorial, han sido ya numerosos los nuevos “analistas” que inundan la esfera de discusión pública con escritos que se tambalean entre lo parco y lo desmedido. No cabe la menor duda de que ponerse al día en este rollo cuesta tiempo y que escoger qué leer y cómo leerlo puede tornarse en un ejercicio doloroso para el ávido de letras.[2] Ante esto aparece en los estantes la publicación Crónicas del colapso: economía, política y sociedad de Puerto Rico en el siglo veintinuno de Emilio Pantojas García como una propuesta de síntesis sin sacrificar la altura de la visión crítica y analítica que se espera de estos escritos.
Crónicas del colapso… hace alarde de su título ya que es
en realidad una colección de la gesta periodística que Pantojas García lleva
desde inicios (o mediados) del 2000 hasta el presente. El libro es un tanto
denso, con casi 300 páginas de periodismo de opinión que varían en extensión y
enfoque. Los textos intercalan de cuando en vez un canapé analítico que precede
a la división editorial en cuatro secciones, entiéndase: “El colapso”, “Economía
y globalización”, “Política” y “Sociedad y cultura”. En puridad, las cuatro
parcelaciones cantan a coro el mismo estribillo de “Puerto Rico está fuñío’, la
cosa está apretá’” ; empero, ofrecen contestaciones al porqué de esa
circunstancia.
En “El colapso”
Pantojas no descarta el clasificar a la Isla como un país tercermundista que
anda por el mundo en gríngolas sin aceptar que cuando decimos “la cosa está
mala” en realidad versamos sobre una profunda crisis económica y social. Esta
música puede parecer “hit” pasado de moda y no culparía al lector vago(neta) de
pensar que el texto peca de hablar de lo mismo; no obstante, el propósito de
Pantojas García apunta hacia otro norte, el de recopilar su testimonio
cronológicamente con el fin de observar el cadáver social desde un historial
clínico. Ahora, el lector aguzado apreciará la síntesis de problemas sociales
que hace la sección, entre estos: la llamada ingobernabilidad del país, la
exagerada proliferación del crimen y su impacto a los estilos de vida borincanos,
la poca acción para atajar problemas básicos de convivencia política y la
cultura del fraude. Pantojas García ofrece también una piedra preciosa al final
de estas páginas llamada kakistocracia
que como el comején, se alimenta del tronco grueso y construye su imperio con
la materia prima de sus propios excrementos. Sin duda, este ensayo es un “must”—lectura
necesaria para los puristas que le “tiltea” el ojo por una mera cuestión de
estilo de vocabulario —para esta generación y otras.
La parte de
“Economía y globalización” es cuantiosa, no por eso desatinada. La explicación
la ofrece el propio autor al destacar que la mayoría de estos ensayos se
publicaron en el mensuario Diálogo de
la Universidad de Puerto Rico. En esencia, el sociólogo destaca las razones por
las cuales la política económica de los pasados 40 años ha sido un carrusel que
cambia de velocidad y no de médula. Según estos escritos, Puerto Rico no ha
desarrollado una cultura de progreso global por estar enraizado a políticas de
exención y dádivas contributivas que solo han insertado a la Isla en el mercado
mundial por chance. Así, Pantojas García explica que cuando el olfato
capitalista detecta una sucursal con menos gastos, mejores oportunidades de
inserción al mercado global y mano de obra barata y necesitada, recoge sus
maletas y ni siquiera pide la bendición al marcharse. De esta forma, Puerto
Rico ha sido eje de una economía de despuntes esporádicos que una vez
desprovista de x o y beneficios de incentivo federal se sume en una depresión
que tiene consecuencias incluso sicológicas.[3]
La sección
de “Política” es un tanto compleja ya que abarca un abanico de temas que son el
ají de nuestro día a día y, por otro lado, es donde el autor reúne algunos de
sus ensayos en torno a la Universidad de Puerto Rico. De por sí, estos tópicos
son ejes de diatribas de altura o bajeza en cada cafetín de esquina o reunión
departamental universitaria. Hay que destacar que en instancias hay que leer
más la opinión de Pantojas García en vez de su análisis de lo cual el
desocupado lector no debe tener problema y de lo cual el autor está en su total
derecho.[4] En torno a esta unidad me
tomo la libertad de alimentar la curiosidad sin dejar a un lado que los ensayos
en torno al tema de la U.P.R. reviven pasiones, obligan a comparar los eventos con
la actualidad de nuestra institución— de la cual soy también empleado y con
otros sombreros, estudiante —y se presentan como buen material para tesis
futuras en torno al asunto.
En el caso
del acápite de “Sociedad y cultura” hay que subrayar que es el más variado del
libro. Se tratan aquí cosas como la inclinación a las predicciones de los
politólogos y la crítica a sus métodos, la falta de credibilidad de las
emisoras que transmite en la banda de Modulación de Amplitud (AM), la
recurrencia a la cultura del chisme y su nocividad al desarrollo social de
Puerto Rico y hasta el debate de casarse “como Dios manda”. Si bien es una
sección amplia hay algunas joyas que merecen destacarse, por ejemplo, el
escrito “La caribeñidad como proyecto” renueva la discusión del refrán que
canta “Cuba y Puerto Rico, de un pájaro las dos alas” y plantea una crítica al
desarrollo económico de las Antillas. Por otro lado, el ensayo “Por qué Don
Omar no” dejó entrever la necesidad de un análisis socio-semiótico de las
estrategias empleadas en épocas de elecciones y llamó la atención a lo que
considero uno de los temas neurálgicos de la contemporaneidad que deslumbra por
su invisibilidad en los círculos de discusión: la brecha generacional entre
electores. Lo único desalentador de esta parte del libro son las dimensiones de
los escritos lo cual merece excusa al autor ya que estas publicaciones
obedecieron criterios periodísticos y no los de una editorial.
Resta decir
que Crónicas del colapso… de Emilio
Pantojas García es un libro logrado que continúa la tradición de la Editorial
Callejón de ofrecer recopilaciones de las publicaciones periodísticas de
miembros de la academia, principalmente en las áreas de las Ciencias Sociales. Así,
este texto se suma a otros como La nación
en vaivén de Jorge Duany. Ahora, vale decir que mi recomendación va a la población
joven: Leer este texto es crucial para entender el entorno en que nos hemos
criado—sí, me incluyo —y es una herramienta poderosa para insertarse en la
discusión política y social. Por lo cual, que lo lea todo el mundo pero
principalmente que lo lea la Generación del Colapso.
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Próximamente se reseñarán a Arlene Carballo, Yolanda Arroyo y Manolo Núñez, y otros. Pendiente.
[1] El impulse, en gran medida, se debe
al poder de las redes sociales en la web.
[2]
Para este punto, vale
mencionar la nueva propuestas de periódicos de lectura somera y rápida la cual
también cuenta con una nutrida cepa de columnistas mayormente jóvenes y de
notoriedad reciente
[3] Evidencia de esto se puede observar
al analizar la cantidad de suicidios, alcoholismo, depresión y solicitudes de Beneficios
de Seguro Social por estar “malo de los nervios” durante los años de cierre de
las grandes fábricas del programa 936. Este elemento me consta es más fuerte en
la zona rural de la Isla donde la única fuente de actividad industrial venía de
dicho programa tributario federal ante la ausencia de inversión criolla en
fábricas de manufactura. Así, de esta debacle ha sobrevivido una lazariana
venta de servicios, negocios de consumo y la letárgica industria de la
construcción, pero estos mares son para recorrerse con otra nave y no en una
crítica literaria como la de marras.
[4] Vale acotar la tendencia infame de
esta práctica en la radio puertorriqueña, principalmente en las emisoras que
transmiten a través de la Modulación de amplitud (AM), las cuales en los
últimos 6 años han desarrollado coloridos paneles de “análisis”, para muestra
remonto a aquellas ediciones de programa que eran conducidos por quienes ahora
fungen como senadores tanto del Partido Nuevo Progresista como del Partido
Popular Democrático.