La noticia de la partida de quien, en vida, fue uno de
los gestores más importantes de las letras puertorriqueñas, Elizardo Martínez,
es una puñalada al corazón de la literatura puertorriqueña. Su legado, su
importancia, incluso para aquellos que ignoran su labor, se ensalza con las
muestras de aprecio y las notas de pésame que han abacorado las redes sociales.
Tomado de facebook.com |
Muchos no sabemos qué pasó a ciencia cierta. Los
detalles en torno al deceso de quien también fue amante acérrimo del béisbol,
los buenos libros y su icónico sombrero tropical, son exiguos. Quedan dudas y
un vacío enorme. Solo resta, para muchos, complacer ese vicio de saber los
detalles del trágico evento, canjeándolo con las muestras de cariño y el
ejercicio de hacer memoria.
Elizardo fue creyente de mi labor y de este espacio.
Los primeros acuerdos para reseñas literarias en el antiguo tiempo concedido por
Radio Universidad fueron con él y con su misión de traerme los títulos a la
emisora. Luego, el compartir en el quehacer cultural se volvió una costumbre.
La obra de Elizardo llevo a que Callejón fuera
sinónimo de calidad, pulcritud y novedad. Su meticulosidad libresca, afinada
por si candidez y la nítida confianza que le daba a sus lectores atestiguan un
arte en el manejo de una editorial.
Es por ello, que ante el paso de tan insigne amante de
letras y su inigualable paso por las librerías, presentaciones y tertulias, lo
único que resta es dejarle a Elizardo una grata sonrisa, tal y como él hacía.
Descansa en paz.