viernes, 5 de noviembre de 2010

El muro que guarda el rosal de Francisco R. Velázquez



El muro que guarda el rosal
Francisco R. Velázquez
La secta de los perros
184 páginas

            Francisco R. Velázquez es un narrador, pero no un narrador cualquiera, sino un narrador con voz incisiva y certera. Su novela, El muro que guarda el rosal, es un excelente ejercicio de escritura que elabora en sus páginas la interesante historia de la matriarca policiaca puertorriqueña, Dolores Cardona.
            Velázquez se presenta como un novelista reciente pero de gran experiencia y verbosidad. Sus años como periodista de notas policíacas le han dado una flexibilidad asombrosa. Su oraciones siguen la pauta hemingweiniana, o sea cortas, concisas y de lenguaje natural. A una primera lectura de las ocurrencias de la Cardona se puede pensar que la obra fue escrita de un salto. Es como si Cardona se encerrara y en tres horas te presentara la historia de Puerto Rico en el 1948 lleno de intrigas, espionaje y crímenes.
            El muro que guarda el rosal, presenta el personaje de Dolores Cardona como una mujer adelantada a su época, llena de una tenacidad jamás vista en personaje de su clase en la narrativa. Es audaz, meditativa y sobre todo, una mujer guapa y seductora. Su contraparte, el ex policía Miguel parece un ser diminuto al lado de la presencia de la detective.
            Velázquez sabe construir buenos personajes, les da color y hasta padecimientos singulares. Su técnica es sumamente llamativa, Dolores comienza la novela desde un relato en primera persona, captando así la atención del lector curioso. Con el avance de los acontecimientos y luego de un par de cadáveres, Dolores se presenta en una narración en tercera persona, o sea, adquiere la admiración de los demás personajes de este libro.
            Por otro lado, Velázquez no niega las raíces latinoamericanas de lo real maravilloso e incluso el infrarrealismo antillano. Preponderan en la obra un griego radicado en Ponce que ama el necro-abuso, asesinatos por medios sutiles a través del recto y hasta un revólver calibre .45 que, maldito o bendecido, se dispara sólo en las ocasiones de peligro.
            El muro que guarda el rosal, es de lectura rápida, no obstante, el libro es capaz de una tercera o cuarta visita. Lamentablemente, pudo haberse elaborado más. Velázquez tenía mucha trama para trabajar, pero por alguna razón se limitó dejándonos a veces en la confusión por los giros de la obra. A pesar de esto la novela es exquisita, la construcción de lo femenino es trabajada con elocuencia y la habilidad de redondear párrafo por párrafo la narrativa merece el aplauso.
            Francisco R. Velázquez tiene mucho que darle a la literatura puertorriqueña. Sin embargo, luego del final de esta obra, no se sabe qué pasará con los personajes. Sin duda hay hambre de más textos como este y hay ganas de más dolores. Porque es mucha mujer esta Dolores. Dolores Montijo Cardona.
            En buena hora Francisco, veterano periodista y seguramente excelente narrador.
            Amigos los espero la próxima página de Crítica de Libros, les saluda Nelson E. Vera Santiago.

1 comentario:

  1. Gracias, vienen otras en camino. Lea la trilogía de Emilia Leclerc, de próxima publicación. No hay tiros, sino perversión.
    Francisco Velazquez

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