Ocupar
puede ser muchas cosas, pero en estos días se ha convertido en un acto poético.
Sus manifestaciones y contrastes no sólo recargan el ideario popular sino que
impulsan el artístico. Ocupar tiene un porqué y una teleología, por lo cual
vale la pena pasar revista sobre una de las publicaciones más recientes de la
editorial La secta de los perros: Sospechar de la euforia.
Este poemario es la sexta entrega del vate
Guillermo Rebollo Gil y presenta en sus páginas una madurez en la voz poética
del también autor de Sonero,Teoría de la conspiración y Sobre la destrucción.
(Detalle de la edición cortesía de La secta de los perros y el autor)
Como sus predecesores, el poemario es una
mezcla de títulos en inglés con versos en español. Predomina una rima libre y
una construcción del ritmo con una fuerte presencia del llamado “sonido
urbano”. Por otro lado, si bien es cierto lo que indica Juan Gelpí con respecto
al “cuerpo a cuerpo con los precursores” –en específico Vallejo, Che Melendes y
Ramos Otero– hay que apuntar que este elemento se ha convertido en la tendencia
de Rebollo Gil.
En su pasada entrega (Sobre la
destrucción) existía un diálogo intenso con la obra de Clemente Soto Vélez
y algunos autores estadounidenses, lo cual dejaba una sensación de
intertextualidad y juego histórico en los versos. En el caso de Sospechar
de la euforia, observamos en el poema “Genealogía de la sospecha”:
si lo más hermoso que es un poema es su
carga a cuestas, felizmente monto mis
lecturas
en una carreta rumbo a la hoguera
y reto a Che Meléndes
a tumbar las columnas de humo de mi
biblioteca.
Hay que subrayar también que Rebollo
desata en Sospechar de la euforiauna dislocación de la ortografía
que lo delata como lector de ee cummings. Su estilo de vanguardia es una
composición de juegos con signos de puntuación (que a veces deja escapar en
aras de una fluidez muy lograda), ausencia de mayúsculas y un vocabulario
cultural cromático. Tal y como se apunta en el prólogo, la voz de Rebollo Gil
nada felizmente por el llamado “street wise” boricua, el inglés y otras formas
de hablar que confluyen en la urbe. En torno a lo anterior, apuntamos al poema
“There is no political component to be devoured”, en donde el poeta hace un coloquio
con Barack Obama:
lo que quiere decir es bienvenido, aché
pa’ ti,
sr. presidente
y mucho cuidado en la luz
que los mártires están que gritan…
(Cortesía de nopolicestate.blogspot.com)
Queda por mencionar el aspecto lúdico
que predomina en esta entrega. Si se analiza la producción de Rebollo desde Veinte hasta Sobre
la destrucciónse observará, primeramente, la madurez de la voz en cuanto a
recursos líricos, lecturas y vocabulario. No obstante, hasta La
carencia presentaba en los versos un aire de poesía confesional donde
el poeta referenciaba su vida familiar e incluso hasta su calvicie.
Luego, en Sobre la destrucción –poemario que también nace en medio de
experiencias sociopolíticas en la Universidad de Puerto Rico– se puede
auscultar un aire de atrevimiento al juego con la política neoliberal y las
luchas sociales, ejemplo de ello es “dear luis, you are who i break my head
against”. Ahora, Sospechar de la euforia alcanza un nivel de soltura mayor en
donde el discurso se torna atrevido, irónico y, sobre todo, juguetón.
Dicho
concepto se dispara a los ojos del lector desde el inicio con una portada que
tiene una dualidad: por un lado puede ser una clara referencia a la
contratación de la administración del Aeropuerto Luis Muñoz Marín (evento que
seguramente no pasó desapercibido a Rebollo Gil) y por otro es una enorme
metáfora sobre la fugacidad de la poesía y su constante llamamiento al binomio
de juego compuesto por el lector y el poeta.
Ahora, el
elemento que predomina y que considero más loable de toda la publicación es el
tono reflexivo de la poesía como parte de los movimientos sociales y políticos
del Puerto Rico del nuevo milenio. Rebollo Gil ha dado forma a un discurso
variado y multidireccional donde convergen jóvenes y mayores para ocupar
calles, universidades, aeropuertos y asambleas legislativas. Sospechar de la euforia es en esencia una reflexión de las
emociones y la belleza que nace en contra de las macanas y los discursos
hegemónicos.
No cabe duda de
que Rebollo Gil es una de las voces jóvenes con capacidad de ocupar los
locativos más diversos –los accesos controlados de urbanización de repente se
tornan en accesos controlados en pro del grito de justicia– y que esta
habilidad de callar, observar y anotar en el moleskine redunda en una poética
dispuesta al juego, al grito y la canción.
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