Leer la literatura que escriben las féminas puertorriqueñas se ha convertido en un ejercicio placentero e interesante si se hace tomando como referencia la potente tradición que han formado en las letras isleñas. Poetas, ensayistas, novelistas, en fin, un poderoso ejército de estrógeno que ha colaborado a la formación cultural de este pedacito que flota en el mar. No para menos considero, en muchas ocasiones, que las mejores literatas de esta tierra fueron Concha Meléndez y Nilita Vientós— cuya extensa obra se me ha hecho difícil de abarcar por su extensión, mea culpa—.
En estos años postmilenarios se han sumado a las filas del antedicho grupo varias mujeres. Por lo cual,
hoy referiré a la contribución particular de Arlene Carballo y su colección Mujeres que se portan mal.
La temática de este libro se centra en la apreciación de las vicisitudes de mujeres alrededor del mundo, no tan solo Puerto Rico. Así, Carballo deleita con episodios que se desarrollan en Medio Oriente dando un toque de tradición que rememora la aportación Árabe e India en la cuentística hispánica, entiéndase Los cuentos de las mil y una noches y la habilidosa diégesis de Scheherezade así como otros textos que provienen de dichas latitudes.
Si bien el título denota la cuestión del comportamiento, lo cierto es que en más de una ocasión no nos topamos con mujeres que se portan mal, sino con un mundo que se porta mal con las mujeres. Por ejemplo, la apertura del libro con la pieza "Mema" desata un tono tristón y acertado al rescatar del olvido a la personaje que poco a poco sucumbe ante los caprichos de los hijos (hijas para ser preciso). Es así que se devela que esta colección tendrá otro eje importante, la maternidad y la interminable tortura que llamamos niñez.
Varios de estos cuentos merecen especial atención. El primero que resalta es "Las huellas de una vida" el cual trata el tema de la dualidad que experimenta constantemente un ser rehabilitado y los efectos que sus decisiones tienen en los demás, incluso post mortem. El relato se construye con recortes de esquelas, correos electrónicos y notas lo cual rememora un tanto a El corazón de Voltaire de Luis López Nieves. En la misma pauta se encuentra "El dulce olor de las almendras" el cual se vale mayormente de esquelas para mover la trama.
Carballo deja en cada plumazo una pizca de ironía, la cual maneja con variados grados en todas sus historias. La mezcla se compone también del ejercicios de colorear injusticias, deseos, sueños y sutiles venganzas. Todos estos ingredientes operan para crear cuentos que emulan un historial de lecturas que se pueden conjeturar en la autora. Para estas muestras, los siguientes botones: "Algo más que huesos" y "El dedo poderoso de la mujer afgana" remonta, como señalamos, a la tradición árabe; "Mechita gana una" a La guaracha del Macho Camacho de Sánchez; "Las cadenas de la libertad" tienen un aire a lo Santos Febres.
Repito: El gran denominador de Mujeres que se portan mal es la ironía. No hay cuento que se salve de esta herramienta, algunos logrados y otros casi en su punto. Vale mencionar aquí piezas como "Humanidad" y " Un gesto de amor", los cuales brillan por su estilo conciso, su intención crítica y toques de violencia.
Este es un libro de mujeres que persiguen las ansias mismas que motivaron el "Yo fui mi misma ruta" de Julia de Burgos dentro de una crítica a los convencionalismos sociales y con una estructura experimental que emula el collage de John dos Pasos en su USA Trilogy (la mezcla de recortes de periódicos, esquelas y otros pastiche). Mujeres que se portan mal también sobresale por la pulcritud de su edición la cual sorprende mucho en un libro de autor, así que, tomen nota. Bravo por Carballo.
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