Tomado de Isla Negra Editores |
—Así, así—
como dicen nuestros viejos en los campos, hoy vengo a discursar sobre la
producción literaria que bautiza a este pueblo. El libro de marras, Imaginario de luna, de Pepo Delgado
Costa es un libro atento al detalle, que mezcla lo conciso con lo abundante y
que opera con una compleja diégesis que lleva a cuestionarse, con sinceridad,
la circularidad de lo cuadrado. No para menos el autor emplea esta metáfora
desde el principio.
Ahora, Imaginario de luna se añade a la
tendencia narrativa actual de hilvanar los cuentos mediante elementos
simbólicos o metafóricos. Esto permite la sutileza de que el primer cuento sea
intrínsecamente parte del último. Todo el aparato cuentístico departe hacia el
mismo conjunto de denominadores comunes: —obviamente— la luna, los perros y
Arecibo.
Foto de la Universidad de Ohio |
La primera
pieza, titulada "Ley de etiqueta" ofrece dos posibles lecturas a raíz
de la ambigüedad lógica del vocablo que lo denomina. Así, etiqueta puede ser el sello con que Delgado Costa presenta su
producción narrativa al lector, o sea un signo en el sentido semiótico que le
comunica algo al lector, una marca o un "tag" que informa. No
obstante, también podría aceptarse como la etiqueta del buen gusto y
refinamiento que el personaje busca entallar durante su relato. Mucho se podría
decir de la construcción de este primer encontronazo literario: 1) el autor
comienza con resquebrajar el lenguaje, 2) prosigue con la falsa promesa de la
rutina de un profesor y 3)culmina con un salto al vacío que parecería el
producto de una abrupta clausura de la tediosa agenda del personaje. Empero,
Delgado Costa, cual relojero puntilloso, ofrece más ya que al final del relato
se observa la primera clave del libro: existe la posibilidad de que nuestro
inocuo profesor esté relacionado a un hombre lobo.
El segundo
relato desata entonces el vaivén de transiciones que dominará al texto. Aquí un
perro Husky atontado comienza a relatar su historia. El dato que alimenta las
ganas de leer es que al parecer existe una canicultura o perricultura que
domina a Río Piedras. Allí los perros se pelean por los puntos de comida, se
traicionan y pecan unos con otros semejante al bajo mundo que tanto auge tiene hoy
en día. Esta dinámica se elaborará con mérito en los cuentos "Guerra
urbana" en donde las perras ejercen su matriarcado y luchan por
jurisdicciones, "Vente, que nos fuimos" segunda parte de la entrega
pero esta vez los perros se mudan a Arecibo y "Pon el cerdo a volar"
en donde algunos de los perros deciden convertirse en cineastas. Este último,
juega con el dicho estadounidense que se traduce o traiciona por "cuando
las vacas vuelen".
Ahora, la
concatenación de cuentos caninos ocurre a la par con la originalidad del primer
cuento. Con respecto a nuestro querido profesor no tenemos mucha noticia
después de su salto. En una transición tipo in ictu oculli, nuestro
personaje se encuentra en Río Piedras y así se comprende que todas las
gestiones hechas en el primer cuento eran la preparación para un viaje. En Río
Piedras nuestro académico sueña de forma surrealista con perros en la pieza "Tres
puertas".
Algunas
pistas hasta ahora: el personaje se encuentra en Río Piedras, tiene una cita
importante pero se topa con el cadáver de uno de los perros de la juntilla que
peleaba por los puntos de comida y por último pero no menos importante, tiene
un problema de bebida que lo lleva a pensar en venganzas y sangre. Por decir
algo más de nuestro misterioso ente de ficción, al otro día viajará a
Arecibo.
Ahora, Imaginario de luna se despega un poco de
esta oculta trama y deja ver un lado historiográfico y biográfico. Las
secciones tituladas "Puerto de Costa Brava"— partes uno y dos—
permiten recontar algunas de las figuras insignes de la Villa del Capitán
Correa. Estas se vislumbran desde el primer cuento y luego toman forma en una
serie de viñetas que emplean el lenguaje coloquial de diversos entrevistados
que quedan anónimos. Figuras como el Nene Correo, el lobo Urdaz, el Colegio San
Felipe, la familia Oliver y la familia Cadilla, entre otros, se discuten en
forma amena con el fin de hurgar las fibras de la fundación de Arecibo.
Más o menos
a mitad del texto aparece el relato "Cambalache sugar" el cual
comienza a despuntar la narrativa mágico-realista de Imaginario de luna. Esta pieza resalta por la habilidad de recrear
espanto y establecer a la vez una ficción fantástica que ata la serie
"Puerto de costa brava" con otros eventos que sucederán in futurum. En puridad, "Cambalache
sugar" mezcla el tema perruno con el béisbol y lo sazona con un toque diabólico a lo Evangelio de San Marcos Capítulo 5,
versículo 9.
Imaginario de luna rompe entonces con la realidad a partir de "Pon
el cerdo a volar", como señalamos anteriormente aquí a los canes le da con
ser cineastas. El cuento es a su vez una estrategia de planificación urbana
mediante la cual uno de los perros esboza cómo Arecibo puede mejorar
económicamente a través de la industria del séptimo arte. Sin embargo, lo importante
de estas letras es mostrar la habilidad imaginativa de nuestros personajes
caninos. Entonces la cúspide del libro se abrirá paso en el cuento "La
calle del Puente de Hierro", esta es sin duda una de las piezas mejor
logradas por la pluma de Pepo Delgado Costa.
El cuento presenta
a un Arecibo del siglo XIX el cual se cuece en las fiestas de San Felipe. La
velada de vagabundeo de dos señoritas se convierte en pesadilla luego de que
los jóvenes Miguel Roses Mayol y Reinaldo Carías llegaran en tren cargando su
equipaje desde Río Piedras— que no sorprenda la sorpresa— y una leve afición a
la luna.
Lo interesante
del evento radica en la manera en que se narran los rápidos contornos que
culminan con Roses Mayo y Carías amarrados, espumeando por la boca y advirtiendo
en los demás una fuerza sobrehumana. El autor nos ilumina con una anécdota de
la familia de Carías: lamentan estos que al irse a estudiar, su hijo fuese
atacado por una bestia en Sogne d' Auvers el famoso bosque donde se reportaron
los ataques de la Bestia de Geveudan. Así, "La calle del Puente de
Hierro" estipula la razón por la cual Arecibo siempre ha sido lugar de
lobos.
Tomado de |
Poco basta
con decir que los apellidos Roses Artau-Mayol son sonoros, así como el joven
bobolón de barrio, Bartolo, quien sobrevive el encontronazo con un mordisco de
hombre lobo en el hombro. Una leve búsqueda cibernética presenta la existencia
de familias insignias con dichos apellidos. Entiéndase la siguiente esquela en
el periódico La Vanguardia de España
del 16 de mayo de 1916:
En la iglesia de Nuestra Señora de Pompeya se
celebraron ayer divinos oficios en sufragio del alma del que fue abogado fiscal
sustituto de esta Audiencia, persona estimadísima en el seno de nuestra alta
sociedad, don Lorenzo Rosés Artau.
Las inmensas relaciones de las familias Rosés, Mayol,
Artau y Sand concurrieron al fúnebre acto...
Curiosea
esta nota el hecho de que la iglesia de Nuestra Señora de Pompeya tiene como a
uno de sus fundadores a un abogado de nombre Bartolo. Además, en otra esquela
de La Vanguardia, fechada el 29 de octubre de 1922 se anuncia el casamiento de
Elvira Rosés Mayo con el ingeniero José Oliver.
Todos estos
elementos se entrelazan con nitidez pero solo levantan preguntas para nuestros
autor, a quien aconsejo que no revele fuentes. No obstante, otras preguntas son
capaces de aflorar: ¿Qué pasó con Bartolo? ¿Por qué los perros quieren hacer
cine? ¿A quién exactamente se disponía a visitar en Río Piedras el profesor
supuesto licántropo? Más importante aún: ¿Quién cuenta estas historias?
Para estas
cuestiones no tenemos mucho espacio de debate porque siguiendo las pautas de la
narratología, el último cuento "Alzadita de pata" nos deja perplejos.
Son los perros los que cuentan y sueñan estas historias. Son emuladores de
Cipión y Berganza en la obra cervantina, o de los perros de Mister Jones que
ven la muerte en la obra de Horacio Quiroga.
*Este texto constituyó la presentación del libro Imaginario de Luna de Pepo Delgado Costa el 11 de julio de 2014 en el restaurante Mugs en Hatillo y el 12 de julio de 2014 en la Librería Mágica en Río Piedras.
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