Podría
plantearse que el siglo veintiuno ha comenzado con ciertas características que
lo destacan como un periodo de olvido. Por un lado, la creciente tecnocultura,
según la denomina el Dr. Luis Felipe Díaz, ha movido al humano a convertirse en
lo que ahora llamamos "usuario". Por otro lado, la pugna de las
ideologías ha cesado, ya no pulsean el socialismo y el capitalismo en el
coliseo mundial, rodeado de público, pancartas y anuncios.
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Bajo estas
ideas surge un poemario que en pleno siglo veintiuno tratar de resucitar la
curiosidad por una de las ideologías políticas que dejaron su huella en el
siglo pasado. Así, hoy repasamos El
anarquista de Javier Febo Santiago.
Este
poemario es un homenaje al discurso anarquista del siglo veinte y a las figuras
que lo promovieron tanto a nivel internacional como el nacional. Febo Santiago
comparte aquí las etiquetas del movimiento entre las que se encuentran: la
posibilidad de la utopía política, la inconformidad del obrero, el estado como
obstáculo del progreso y el salario como collar de control social.
Lo poemas
no obedecen a un estilo plagado de imágenes sobrecargadas de violencia, ni
mucho menos a llamados corrientes al levantamiento de las masas. En sí, es un
tipo de miramiento a la belleza del deseo de libertad. Con esto Febo Santiago
retrata que lo más hermosos de la anarquía no es la acción en sí, sino el deseo
puro que impulsa a la misma combinado con la añoranza de que el porvenir puede
ser construido con las propias manos que trabajan.
Como es
característico de la poesía de Febo Santiago, en El Anarquista se balancean las extensiones de los poemas. El
lenguaje tiene una preferencia por la claridad por encima de la musicalidad lo
cual cae bien con la temática del poemario haciendo juego con el lenguaje parco
y pausado del obrero cansado de la opresión.
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Las últimas
partes del poemario ofrecen una serie de elegías a anarquistas como los
nacionales Venancio Cruz, Luisa Capetillo y Alfredo Negrín; así como a los
internacionales como Errico Malatesta, Mijail Bakunin y Noam Chomsky.
El anarquista de Javier Febo es una propuesta interesante,
quizá un poco romántica para algunos y justiciera para otros. No obstante, es
un poemario de pasiones y discusiones.
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