No vale la
pena dar mucha vuelta para hablar de algo tan cercano como el V Congreso
Internacional de Literatura de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de
Arecibo. La última vez que vi el relojito que aparece en la página web— la cual
pueden acceder a través de http://congresointernacio.wix.com/upra2015 —faltaban
16 días, 8 horas, 45 minutos y 6 segundos. Seamos francos, esto está a la
vuelta de la esquina y este año merece mucha atención.
Ahora, si
bien he intentado, por todos los medios disponibles, hacerle justicia a las
colegas Emma Domenech, Yazmín Pérez y Evelyn Jiménez— y a todo el corrillo que
por falta de disco duro en mi cabeza he olvidado mencionar— lo cierto es que
nunca podré resumir las toneladas de esfuerzo que estas féminas han derramado
en pro de este espacio de discusión cultural. Sin embargo, retiro la brillantez
del perseguidor sin ánimo de ofensa y lo redirijo a un aparte del congreso que
creo es sustancial: Ana Lydia Vega Está En La Universidad. No cabe duda de
ello, la cosa va así, en mayúscula y no es para menos.
La
presencia de Ana Lydia— y me asigno la licencia de llamarla por el nombre— en
el recinto no es el caso que quiero resaltar, sino el hecho de que esté en
"la Universidad", en cualquier recinto, en cualquier esquina,
cafetería, en fin, donde ustedes lectores quieran. Es algo palpitante y
entusiasta porque Ana Lydia le dio forma a ese pensamiento universitario que satisface
lo que llamo "conciencia UPR". Digo estas cosas admitiendo que mis
palabras están embadurnadas de mi condición de "fan" pero tampoco
niego que parte de la universidad que hoy atesoramos tiene algo de las letras
de Ana Lydia corriéndole por las venas.
Este
fenómeno se percibe principalmente en su ensayística, la cual al día de hoy
sigue siendo materia prima de muchos cursos de Español Básico y sigue
impactando el pensamiento de cuanto prepa pasa por nuestras aulas. Por lo dicho
no quiero restar méritos a los que gozan de su lectura sin necesariamente
pertenecer al sistema UPR. Es innegable que Ana Lydia y el ensayo van más allá
de la experiencia universitaria para aquellos que nos hacemos llamar sus
lectores.
Confieso
que en mi caso hay una mezcolanza, un micro-sancocho por llamarlo de alguna
forma. Los ensayos de la antedicha fueron un corpus necesario para comprender
el Puerto Rico moderno. Para una generación que no vivió el nacimiento,
plenitud y ascensión divina del muñocismo; ni los '60 en la Upi, y, es más,
para quienes la primera memoria de un temporal fue Hugo, el discurso de
escritoras— así en femenino, porque son muchas— como Ana Lydia ayudaron a
moldear el juicio para lo que advendría en los '90 y los años del 2000.
Es cierto que ya no se cimentan los debates
que motivaron la pluma de la riopedrense eternamente santurcina, pero no por
eso dejaríamos de preguntarnos por donde comenzó la puerca a encorchar el rabo.
Por eso propongo una relectura de Ana Lydia, principalmente de sus ensayos. Es
justo y necesario porque somos los hijos y nietos de ese urbanismo que se
apoderó de Puerto Rico, del eterno debate del español contra el inglés— con el
ring rodeado de alambres de púas—, del ELA que anda cojeando por ahí.
Somos la
descendencia de esa Loló que se iba a janguear a San Juan y dejaba a su madre
esperando hasta las 2:00 de la madrugada. Por otro lado, muchos de los
participamos de la huelga del 2010 tuvimos que desarrollar un enorme juicio
valorativo acerca de nuestra universidad tal cual los "flower power"
de los '60 lo hicieron en su trifulca. Para colmo, recientemente se ha
discutido si eliminamos o no la AMA. En sumatoria, y para los incrédulos, la
ensayística de Ana Lydia anda por ahí suelta, pero más importante anda suelta
en la universidad.
En base a
todo esto, recalco: Entre el 18 al 20 de marzo estaremos allí en la UPR de
Arecibo. El convite es grande y estarán también Leopoldo Brizuela, Chus
Gutiérrez, Lina Meruane, Jorge
Perugorría y Alejandro Zambra. Sin embargo, hay que estar alegres, abriendo la
boca para soltar el Ja Ja Ja porque Ana Lydia está en la Universidad.
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