domingo, 18 de abril de 2021

“Apártate de mí, Satanás”: Una novela del mismísimo demonio

El evangelio según Luzbel

Wilfredo Matos Cintrón

Ediciones La Sierra

240 páginas

¡Qué difícil es escribir del diablo! Por más que se intente, hacerle justicia es dificilísimo. Imaginen


entonces la gesta de Wilfredo Matos Cintrón al tratar de hacerle todo un evangelio en una novela que puede provocar la ira de uno que otro zelote.

Esta novela es un intercambio de ciencias, ética y religión sazonada con lo histórico, lo antropológico y político. ¡Un proyecto verdaderamente ambicioso! El tema tiene demasiados ribosomas, las alusiones requieren un buen manejo para no sobrecargar al lector y la trama misma, si se llegase a descuidar, tiene proporciones titánicas. ¿Cómo Matos Cintrón balancea estos elementos para traer una novela ágil y que no caiga en lo mismo? 

Primeramente, se debería apuntar al buen manejo de la cadencia. Aquí hay ritmo, hay movimiento, la mezcla no se empelota. Pero, no es un meneo cualquiera, es de corte caribeño, es hasta de barrio. De allí, de al lado de las casas y de las parcelas. Luzbel narra su evangelio como si estuviera dándose dos frías en el cafetín de la esquina. Como si pregonara el muerto que van a poner en la funeraria. En fin, que este demonio tiene más aire de puertorriqueño leído y aguerrido que de figura mítica.

Es el lenguaje el ingrediente principal, no cabe duda. Su mesura y su esfera coloquial modulan al texto para acercarnos al llamado rey de las tinieblas. En algunos momentos el narrador se vuelve un interlocutor culto— y de culto— con referencias a la historia, las leyendas, lo remoto y lo cercano. Otras veces se vuelve flexible, cómico y hasta familiar. A modo de ejemplo, en uno de los intercambios más coloridos dice: “Así que todos fueron donde Jesús, quién con no muy finas palabras los mandó al carajo dándole la razón a Pedro y dejando resentido a Santiago" pág. 69. Y no hay de otra para el lector que imaginar una buena mandada a lo boricua y no pensar el asunto en un contexto religioso.

Como si fuera poco hay concatenación cultural. El texto es mitocrítico y a la vez una construcción narrativa formada por las características de lo fundacional. Luzbel fue Prometeo, supo la experiencia de entregarse antes que el propio Jesús. También fue más maestro que el mismo Maestro al ayudarlo a entender su divinidad. Como si fuera poco, fue el compinche de la figura de Quetzalcóatl en la América precolonial. No queda de otra que aceptar que este Luzbel “ha corrido”, “tiene millaje” o “se las sabe”.

La novela está plagada de lo ominoso, principalmente al ojo que ve al cuerpo humano como experimental y fallido. Hay un enorme desconocimiento sobre nosotros mismo y la novela proyecta al personaje como el gran entendedor cuya única agenda es la de sacarnos de la sorna y la ignorancia. Por eso, Luzbel se vuelve profético, a veces. En otras ocasiones, científico. En la mayor de las instancias, rebelde. En uno que otro contexto, un filósofo que sentencia de la siguiente forma: “La muerte es el mayor misterio que los acosa a ustedes” pág. 98.


Matos Cintrón coagula con un verbo ameno un texto de revelación, un juego con lo proteico, el antropomorfismo y la argumentación que en conmixtión develan que estos seres del más allá son igual de pendejos que los de acá. A veces el texto nos recuerda constantemente que lo fantástico está plagado de las mismas cosas mundanas que lo engendran. O sea, por más perfecciones que se le quieran atribuir a los mitos fundacionales, estos no escapan de sus controversiales raíces en la imperfección humana que las concibe.

Una nota un tanto personal: Por cuestiones de la vida, no pude publicar una reseña de esta novela en la Semana Mayor. Ganas no faltaron, pero no hubiera podido escribir la misma nota. Las cosas se cuecen a su tiempo. Opté mejor por disfrutar la lingüística de este texto. Aquí, a ciencia cierta, no escapa uno que otro puertorriqueñismo bien colocado en las fauces del diablo. Como dice el sujeto sin cuernos ni cola ni atributos capricornianos: “Escrito está: A falta de pan, galletas" pág. 133.



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