martes, 28 de octubre de 2014

Texting y Retablo de perpetuos: 2 libros, 1 autor...a algo así

Presentación Texting y Retablo de perpetuos 
Librería AC
Santurce
25 de septiembre de 2014


Texting

Fernando Álvarez Pardo

La poesía puertorriqueña de la última década ha mutado en concordancia con la creciente ola de avances tecnológicos. Este acto refleja la noción de que es un género todavía palpitante a pesar de los embates que recibe constantemente de otras manifestaciones culturales. Podemos decir que se ha fortalecido y que ha acuñado nuevamente los elementos de la comunicación como foco de su intención artística. En esta línea, específicamente en la noche de hoy, nos toca develar un nuevo hito en el quehacer poético puertorriqueño con la presentación de Texting de Fernando Álvarez Pardo.

Vale iniciar esta plática diciendo que el poemario es un juego de estructura. De esta forma, comienza con el poema "Invitación" y establece el carácter de continuidad que permeará la composición de los poemas. Siendo clichoso, hay que colegir que la continuidad es algo de todos los días. Su relación con el ser humano como sensación temporal y como meditación de un estado de constante mutación hacen que la observemos como algo digno de poetizar.

En base a esto, el primer poema presenta una posible lectura que propende a considerar que los sujetos a los que hace referencia— que según la voz poética "me escuchan"— son los poemas en sí. Poemas que estudian sus propias ediciones y que son conscientes de la continuidad. Surge aquí también una imagen de continuidad, la del río, elemento que fascinó a nuestra Julia de Burgos pero que el poeta trae aquí con un sentido similar al de Heráclito cuando afirmaba: "no nos bañamos en el mismo río". Esta figura es firma del poeta y aparecerá más adelante en el poema "Devenir".
Otro tanto se puede decir del poema "Transición" el cual lee "Una hilera de árboles se aposentan en la tarde." Aquí la palabra hilera vuelve a reforzar la continuidad. Sin embargo, el final del poema señala una congelación del tiempo. (Precedido por una pausa) Es en ese momento que nos damos cuenta de que a la voz poética le afecta la paralización de la continuidad o por lo menos los efectos que hace que como ser humano pensemos que el tiempo se nos rompe y detiene. Veamos como otro ejemplo el poema "Pronóstico" en donde dice: "Continuarán las cosas sin que suenen mis labios, la brega de los días que irán desmenuzando." Ese "sin que suenen mis labios" es la gran ruptura de la continuidad, es una metáfora de la muerte, pero no la muerte física sino la muerte poética que tienen los artistas del morir (salvo, claro está, Horacio Quiroga, quien es el gran testigo de la muerte).

Es palmario que la muerte aparecerá por algún lado. De esta forma Texting juega con las premoniciones que puede hacer el lector, quien ya ha identificado la continuidad y que sabe el peligroso juego de detenerla.
Tomado de www.myfaceinforums.com

Sin embargo, la voz poética no solo ofrecerá este problema sino que escarba en el elemento ontológico del "ser sin serlo". En algunas casos va más allá y presenta al lector con un cuestionamiento acerca de la identidad. El efecto de estas consideraciones lleva a analiza a Texting como a una pandora que esconde entre los versos la "otredad". No obstante, la voz la presenta como una "otredad" reconocida. Lo que no sabes es quién reconoce y quién no. Posibilidades sobran acerca de quién puede ser ese otro: 1) El lector en el poeta 2) El poeta en el lector 3) El poeta frente al poema o 4) El poeta frente alguna otra cosa que lo obliga a cuestionar su yo.
Si fuésemos a seleccionar una de estas quizás nos inclinaríamos por la última. Este salto no es ciego ya que la prueba necesaria Texting la ofrece al mostrar la sensación de salirse de lo propia carne. Esto lo llamaríamos el auto-exilio del cuerpo.

Más o menos por aquí es que aparece la pieza "Y yo despierto" en donde la voz poética va a jugar con estos exilios de la propia carne. Apunta el poema: "...he vuelto a mis facciones como si fuera ajeno, intangible y desnudo, convencido de que hay alguien en mí que no conozco." Con esto podemos atisbar que la salida de la propia carne nos amarra nuevamente a esta otredad que persigue al poeta y que observamos previamente. Sin embargo, obliga a preguntarnos si esta otredad no se desdobla en un problema de identidad de quien ha sido exiliado de su propio cuerpo y regresa a él confundido y desubicado. Ejemplo de esto se observa en el poema "Dos en uno" cuando indica "No me parezco a mí, pero aún respondo a las sílabas usuales, y en la calle los otros me saludan como si fuera el mismo."

Puede entonces plantearse que ese exilio de la carne en Texting funciona como un "shock". Algo o alguien perturba a la voz poética de tal forma que lo saca de su propio cuerpo y cuando regresa a él lo hace de forma aturdida y confundida. Este impacto tiene que ser suficiente como para crear la sensación del detenimiento de la continuidad. Ya esbozamos que la muerte puede crear esta reacción. Entonces, esto obliga a la pregunta: ¿Qué tiene que ver la muerte con la poética de Texting más allá de ser un recurso temático? Dejémosla en el tintero.

Otro elemento interesante del poemario es la adopción de la sensación de la inutilidad del arte. Esto ya ha sido trabajado en otras literaturas, por ejemplo se desprende muy bien del prefacio de El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. En el caso de Texting este elemento se puede estudiar en el poema "Compensatorio" donde la voz poética expresa: "A veces reconozco que todo es casi inútil, y mis horas se  aferran como silogismos sobre el acervo empeño de una página."

Ese sentimiento de inutilidad contrasta con el devenir del tiempo que lleva a la sensación de "perecer". No obstante, en nuestras latitudes, el sentido de perecer va ligado a la pérdida, que no es de carácter general sino que está específicamente ligada a la "partida", principalmente a la migración a los Estados Unidos. Así perecer y partida son palabras con "p" de puertorriqueño y con esta sumatoria el poeta— también con "p"— conjuga la pieza "Migratorios" la cual revela: "I know that everything I hold will perish. I belong to islands, to the trace of others, fixed into motion between the things I felt and the things I followed." Esto se repite en el poema "Big Sur" en donde la voz expone que "[l]a costa que se aleja entre la niebla como un cuerpo abandonado, despidiéndose." Esa despedida es otra pérdida que solo se puede sentir en las islas. Otro tanto, que no menciono pero señalo, se presenta en el poema "Día de los muertos". Así que el que quiera leer que lea.

Texting es un juego de comunicación poética. Un acto que remonta a los inicios del análisis poético formalista de Jakobson. Esto se ausculta en el poema "Requiem" en donde existe un juego entre receptor y emisor, pero se deja claro que el lector es un receptor simulado ya que es la voz poética la que recibe la llamada telefónica que le informa la muerte de su hermano a quien lo amarra "un coloquio final que nos enlaza." La ausencia, la despedida y el "perish" de la comunicación con el otro, con el hermano, llevan a  la voz poética a auscultar un tipo de "texting" más rudimentario, las correspondencias en papel. He aquí el final del poemario. La contestación que relaciona la muerte, la poesía y la continuidad. Tal como dijimos anteriormente, la muerte del ser querido es el "shock" que obliga al exilio de la propia carne. Hace que el poeta salga de sí y que regrese en un estado catatónico que lo obliga incluso a no reconocerse en el propio espejo. Como la mensajería moderna, el anuncio de la muerte es parte de la continuidad, Texting es llanamente la construcción poética de una continuidad violentada por lo súbito.

Para información del texto:
http://www.editorialislanegra.com/index.php?page=shop.product_details&product_id=331&flypage=flypage.tpl&pop=0&option=com_virtuemart&Itemid=7

Retablo de perpetuos 
Leo Cabranes-Grant

La poesía goza de unas libertades que permiten los saltos súbitos y las caídas en falso. Es un vehículo para hablar desde los espacios cotidianos y los no ortodoxos. Podríamos ser el otro, el ajeno, el perdido. Véase como ejemplo la reciente publicación de Estrategias de la catedral de Vanessa Droz en donde la voz poética se sitúa en la tecata que ignoramos a diario. En sí esto no es exclusivo del género poético, es algo que aparece en toda literatura, así podríamos dar un ejemplo concreto y clásico en Garcilaso de la Vega, El Inca, en donde la voz del híbrido aparece en la crónica. Sin embargo, los efectos de la crónica son muy distintos al de la poesía. La base radica en que la segunda nos permite licenciarnos de cosas.

El texto que presentamos hoy, Retablo de perpetuos de Leo Cabranes-Grant ofrece una mirada a esta capacidad de licenciarnos para ocupar espacios. Este poemario tiene una estructura tripartita que como la teoría científica presenta como su génesis el mar.

De forma turbulenta y salvaje los poemas de esta primera parte tienen saltos y torbellinos. Son poemas concretos con una forma libre que asemeja el vaivén de las olas y en algunas ocasiones la zambullida a espacios de aguas profundas que obligan a sobrevivir de los versos como si estos fuesen el mismísimo aire. Hay palabras usuales y también hay peces extraños. De esta forma el uso de neologismo cobra una mayor importancia. Por ejemplo, el término "Ahoridad" es para la voz poética lo que se posee de instante y se pierde de las manos. Es el agua misma pero no podemas dejar a un lado que el propio poema es una ahoridad. Como dice la voz poética es "Tinta/ Inestable".
Esa instantaneidad es también la ola marina que constantemente aparece en estos poemas. La ola se tiene entre las manos por un breve lapso de "ahoridad" y motiva, como en el tercer poema, a dar "el salto".

Cabranes-Grant no nombre sus piezas, meramente las numera para dar un aire de exploración a sus poemas. Así, en el poema número IV de esta parte contesta el ejercicio de la despedida y la pérdida que emula el intentar asirse de una ola. Dice la voz: "y atrás queda la isla, atrayendo centrífugos deslindes de caoba, el termal asidero de las reminiscencias." Aquí la ola se convierte también en el pueblo de la voz poética. Las reminiscencias a las que se refiere son esos detalles que el exilio impregna de una fortaleza extraña. Se desprende entonces de la poética de Cabranes-Grant que aquellos que viven en la lejanía mantienen su identidad gracias al ejercicio de hacer memoria.
O sea, esos recuerdos los presenta como un vivo ecosistema de estuario, al que hay que recordar como un intersticio, un espacio de negociaciones biológicas que ahora la voz poética transforma en negociaciones culturales de despedida y recuerdo.

Estas despedidas son el producto de cambios voluntarias. Por eso la sensación de migraciones constantes también se deja ver en este poemario. Lo revela el polimorfo verso que lee: "De tanto ir y venir entre el ser y el estar te pesa un poco menos la partida." De esta forma se evidencia que la voz poética ha adoptado la filosofía del trotamundos y que el movimiento constante lo inmuniza de las despedidas.

la segunda parte del poemario: "Tú y ello; juntamente" presenta una poética más tradicional. No habrá una libertad extrema en las estructuras, observaremos muy poco de las aguas turbulentas y cargadas de vida que se presentaban en la sección anterior.

Es importante destacar que el poderoso comienzo de esta sección no deja espacio para el respiro, dice la voz poética: "Y es que somos los ojos de los muertos. A través de nosotros aún miran las cosas." Los versos presentan una temática mucho más oscura en donde la muerte exige un entronizarse para convertir a los vivos en instrumentos de sensibilidad.

Tomado de coldgroundpoetry.blogspot.com
Más adelante el poeta presenta la idea de ser "Tu cara en doble mío". Esto se compara con la otredad familiarizada que muestra un rostro más siniestro: el del propio lector. Por ello la voz poética apunta que será "Yo detrás de tu rostro, desde adentro . Observándolo todo. Escuchándolo todo." Juntando los planteamientos se llega a la conclusión de que en estos versos se desprende la propia muerte de la figura del poeta quien ya había dictado la posesión de los vivos como instrumento de sensibilidad. Vale entonces preguntar: ¿Es esta alusión un juego con la ya superada muerte del autor? ¿Juega con nosotros el autor que revela su propia muerte pero que afirma que vive a través de la lectura que hacen los otros?

El objeto de estos poemas serán en otras instancias los cantos al tiempo. Aquí lo temporal se bifurca para dar paso a una realidad contorsionista que aparece en versos como: "En el día siguiente que ya está pasando." y "el día postrado." Tan así es el afán de división del poeta que incluso predica la bifurcación de las personas.

Atado a lo anterior, el fenómeno del doble (que podríamos cuestionar que no es un doppleganger) se enfrenta a la realidad de una conciencia.

¿Tiene que ver esto con los muertos que sienten y ven a través de los ojos de los vivos? Sí. Pero no es que un sujeto domine el cuerpo del otro sino es que en un cuerpo coexistirán dos conciencias. Por lo cual, en esta sección la voz poética promueve la simbiosis de dos entidades, una de ellas incorpórea y necesitada de una materialidad. Sin embargo, la conciencia artística quiere dejar claro que es independiente y libre a pesar de estar atada al cuerpo o vehículo. Dice la voz: "listen: no somos el uno frente al mismo. No saben calcular: sobra el espejo."

Queda la pregunta: Si la voz que poetiza es la del vate, ¿a quién pertenece el cuerpo poseso? ¿Quién es el vivo en estas lecturas? Obviamente, el lector es un instrumento de relectura de los poemas pero considero que también el otro cuerpo es el del amante.

Sumando las pistas, el vaivén que nos presenta la primera parte es un canto a la ausencia del origen, de la madre. Esta ausencia mata o por lo menos crea una voz poética que se siente muerta y que existe cuando ve las cosas a través de los ojos de otro. Ese otro que ve, que observa da vida al muerto, o sea produce esa sensación de seguridad en la realidad. La mejor forma de describir esto es haciendo alusión a esas instancias en donde nos sentimos vivos porque otro nos mira, ese otro a veces es el amante, la pareja.

Un poco relacionado a esto es el poema número IX de esta sección el cual juega nítidamente con los problemas de la traducción, principalmente lo que llamaríamos aquí una traducción emocional. Ya aquí nos damos cuenta de que la voz poética anda vivita y coleando pero que vive con una ausencia de haber dejado a su Isla. Por lo cual, vive con la muerte que llevan siempre adentro los que convierten en extranjeros. No obstante, el poeta ha encontrado una nueva patria en su amante.
A raíz de esto, el poema presenta a una voz poética que comprende que el acto propio de construir una gastronomía isleña es insuficiente cuando se vive exiliado de la Isla (Ya aquí se presume que todos los presentes se han identificado con ese imaginario puertorriqueño que se ve forzado a vivir fuera de nuestras costas). Por ello indica "Pero no estoy 'aquí'". Así entre bastardillas, como para evocar que el acto de la cocina no tiene el mismo sentido cuando se está en el extranjero porque es a su vez un ejercicio de traducir lo culinario por lo meramente alimenticio. Es por esto que la voz poética sirve yuca frita sin ser entendido. "Puerto Rican food" dice el otro, y solo un puertorriqueño sabe que comer una yuca frita es un acto de cultura y lenguaje que solo otro puertorriqueño entenderá a cabalidad.

La tercera parte del poemario se llama En San Juan y evoca una ciudad capital carcomida y gastada por las pisadas. Los poemas conversan muy bien con Los pies de San Juan de Eduardo Lalo.
Hay que resaltar que el sentido de decadencia se trabaja desde el ejercicio de la memoria. Así, estos poemas son una reflexión que medita el paso del tiempo a raíz de un fenómeno que damos por sentado pero que en realidad es una burbuja en el tiempo. Con la imagen del cementerio destruido que aparece en el poema II, el cual lee “[l] os sepulcros yacentes, partidos por el rayo de los relojes mustios, parecen tecatos adormecidos” podríamos atar cabos con la poética de Paul Valerie o Charles Baudelaire, los dos titanes del movimiento decadentista francés.

Es curiosa la manera en que la voz poética observa con distanciamiento los cambios de su Isla. El cementerio, El Morro y el Cuartel de Ballajá serán un hito en el tiempo que poco a poco se adormece con los cambios del desarrollo y la criminalidad del siglo XXI. Para la voz, Puerto Rico se desdobla hacia el futuro y deja ver una nueva forma de aquello que el célebre Arcadio Díaz Quiñones llamó “El arte de bregar”. Prestemos atención a la nota acerca de la transacción de drogas que aparece en el poema V:
Un borbotón de hombres en camiseta se dispersa junto a un carro. Venta de trances. Negocios de la sangre coagulada. Figuración de los bohíques en los patios internos. Al otro lado de la Norzagaray se alquilan los pisos con vista al mar. Hay que mantener las corneas elusivas, observar por encima de las casas apiñadas en el barranco, evadir el mercado de las tribulaciones.

Subráyese la relación que practican las palabras “Negocios” y “bohíques” lo cual crea una relación histórica que no escapa la insinuación política. Puerto Rico se ve aquí como un embudo capitalista que ejecuta la compraventa de la decadencia. Sin embargo, la mirada se desgana del asunto por mor de la supervivencia y gira hacia la Norzagaray en un ejercicio hasta de respeto a lo que hoy en día se ha convertido en lo ominoso.

Estos elementos llevan a pensar que Retablo de Perpetuos de Leo Cabranes-Grant es un libro de una poética cargada de reminiscencias borincanas. En cierta medida, el trabajo de temas como el mar, la ausencia, la partida y la comida lo delatan. No obstante, es curiosa la similitud que tiene con el poemario Texting de Fernando Álvarez Pardo. Si afinamos el ojo se puede analizar esa extraña inclinación de los poemas por los sujetos dobles o, a mejor decir, el sujeto que es en realidad un doble. Poco importa perdurar la tomadura de pelo literaria a la que fue expuesto el presentador, el público y la propia poesía en estas dos presentaciones: Fernando Álvarez Pardo y Leo Cabranes-Grant son el mismo muerto que observa y siente a través de nuestros ojos de lector. Son, en realidad, dos autores y un solo escritor.


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