The bad man desires arbitrary power. What moves the evil man is the love of injustice.
John Rawls
El ser humano es una criatura política que puede ejercer y exigir derechos. Se considera un microcosmos particular, diferente a sus compañeros en caracteres pero homólogo en algunas obligaciones y poderes. Dividirlo es prácticamente una idiotez, ya que nuestro sistema opera para que seamos nosotros los depositarios de una serie de virtudes políticas en conjunto. Este elemento parece no ser comprendido por el Gobierno de Puerto Rico y, un ejemplo concreto, la situación de la Universidad de Puerto Rico ofrece en detalle lo que acabamos de formular.
El ser humano que opera en una democracia constitucional tiene a su disposición el derecho a ciertas garantías esenciales para poder llevar a cabo la vida dentro de dicho sistema político. No tener esto significa estar sometido a un régimen autocrático, dictatorial o monárquico. En puridad, la república es el resultado de esta negociación construida a través de una Constitución: en ella se plasma, secula seculorum, los parámetros de comportamiento del gobierno, no del ciudadano.
Aquí yace la primera falta crasa dentro de la concepción de garantías constitucionales que tiene el Gobierno de Puerto Rico. El pensar que la Magna Carta es un documento para el Estado y no para el ciudadano es completamente ajeno a lo que se quiso manifestar en 1952. En el caso de la UPR nos topamos con la práctica de esta forma de administrar: por un lado tenemos un grupo de ciudadanos amparados por unas garantías que se enfrentan a un Estado que desea fragmentarlas decidiendo cuándo y dónde se expresan, cómo expresarse, cómo asociarse, cómo solicitar la reparación de agravios al gobierno, en fin, se traduce a un Estado que dicta cómo debes vivir. El error más estúpido yace en la sed de regulación, cosa que se supone que nunca ocurra, ya que siempre existirá más comportamiento humano que derecho positivo.
Lamentablemente estamos ante un panorama que ya había sido prevenido por teóricos como John Rawls y Jurgen Habermas. El primero había logrado desarrollar la primicia de un Estado que consideraba lo mejor para todos por estar controlado por todos, cosa que no se nos da ni en sueños en estos tiempos. El segundo es más pertinente ya que había establecido hace décadas el problema del micro-colonialismo del ciudadano. O sea, el Estado burocratiza la forma de vivir de cada uno de nosotros.
Lo lógico es entender que la condición de ciudadano no está sujeta a un régimen particular, ya que el estado de derecho surge posterior a la creación del Estado soberano. En nuestro contexto, la constitución surgió mucho después de que se esgrimiera el concepto “pueblo”. Sin embargo, el Gobierno de Puerto Rico busca revertir el proceso y hacernos pensar que el estado es el gran dios que ha existido desde la creación, un ente fantasmático que usurpa las características del dios judeo-cristiano para hacernos creer que siempre nos está velando, que cuida por nosotros y nos dice cómo y dónde podemos hacer las cosas.
El Gobierno cae en la burocracia por efecto de que no opera como una entidad con un conjunto de derechos. Que el Gobierno de Puerto Rico pretenda lo contrario es ajeno a la historia, la asamblea constituyente y el concepto de la libertad post Revolución Francesa. Es más, la primicia que se estableció en la constitución era que dicha entidad estuviese separada en sus poderes más básicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) para evitar el entroncamiento de derechos en un solo macro-poder. Es por eso que la burocratización surge, porque el gobierno desea expandirse cuando, en realidad, su naturaleza es fragmentada y por lo tanto diseñada para que sea el ciudadano quien lo controle.
Burocratizar al ser humano busca micro-colonizarlo, fragmentar su vida y dividir la concentración de derechos que le fue investida a la hora de organizarse como ciudadano. El Gobierno de Puerto Rico ha comenzado su política de fragmentación de derechos en el lugar donde principalmente se puede dar la discusión que podría desarticular su opresión, la Universidad: la casa del pensamiento universal por antonomasia y, más aun, la cuna del pensamiento político y humanista. Ahora la policía enfrenta al pueblo con espacios designados para expresarse, espacios para asociarse, espacios por donde caminar, espacios por donde no caminar etc, etc, etc. Si se logra controlar la comunidad universitaria (principalmente estudiantes y profesores) el Estado logrará su objetivo principal, eliminar el pensamiento crítico y controlar las posibilidades de cuestionamientos, y dará paso a su objetivo a la largo plazo: un pueblo micro-colonizado bajo un sistema de burocratización individual en donde hasta para comer hay que pedirle permiso a la entidad de poder. Puerto Rico acaba de hacer un viaje de más de una centuria al pasado.
Gobierno de Puerto Rico: Retrógrado, Ignorante y Plutocrático. Perdónanos Voltaire por nuestra cobardía.
domingo, 12 de diciembre de 2010
jueves, 2 de diciembre de 2010
El Titanic de Luis Ponce Ruiz
Adjunto una nota publicada en http://www.laacera.com/ del colega Luis Ponce Ruiz (el cacique de la tribu). La misma atestigua un pensamiento que seguramente es muy común entre el estudiantado de la UPR y, con más precisión, dentro de los estudiantes graduados.
***
12/02/2010 - 11:37
Cuotas, huelgas y el Titanic
Por: Luis Ponce Ruiz
«Si te dijera que
La Revolución llega
esta noche en un vuelo
Pan American 747 a las 11:43
y sin escala
¿me creerías?»
-Manuel Abreu Adorno
Gracias, Manuel, por esas palabras que nos llegan del más allá. Los que estamos en el más acá nos preguntamos, como Zavalita, «¿En qué momento se jodió la UPR?». Gracias, Mario Vargas Llosa, por escribir gran parte de Conversaciones en la Catedral en Puerto Rico, cuando fuiste profesor visitante en el legendario campus riopedrense en 1969. Y qué fecunda imaginación la mía de reunir, gracias al hilo conductor de nuestra Universidad y sus mitos, a estos grandes de nuestra literatura hispanoamericana.
Y qué fecunda la imaginación del estudiantado --incluyendo a muchos compañeros y amigos míos que respeto y admiro-- de otra vez usar el mecanismo de la huelga para forzar a una administración universitaria a eliminar la injusta cuota de $800. Una administración que, para empezar (y así ha quedado más que demostrado en este semestre que ahora pende de un hilo) no le importa la universidad. La huelga del semestre anterior fue un hito nacional al canalizar la indignación de todo Puerto Rico contra un gobierno abusivo, comprado por los grandes intereses (Fortuño, como sabrán, ya se ha auto proclamado «el vendedor en jefe de Puerto Rico») y totalmente desinteresado en el desarrollo intelectual, social y cultural de la nación. Fue una huelga de pueblo que le enseñó a nuestra sociedad a hacer algo diferente en términos organizativos, de exposición a los medios y de liderazgo. Pero, desafortunadamente, lo mismo no se puede decir de su efectividad para detener la imposición de la cuota y para mejorar la Universidad.
De hecho, la palabra más certera para describir la Universidad y el campus de Río Piedras en este primer semestre del año académico 2010-2011 post huelga es caos. Desde el desembolso tardío de los préstamos y ayudas económicas a los estudiantes y la ineficiencia multiplicada exponencialmente en todos los quehacers administrativos, no-docentes y docentes, hasta la changuería estudiantil de protestar porque tienen que leerse un libro de rabo a cabo para una clase y los altos niveles de tensión en el estudiantado desencadenados, precisamente, por el conflicto huelgario pasado, han hecho de la UPR y todo lo que la rodea en una tierra sumamente volátil.
Cabe preguntarse si una segunda huelga consecutiva va a realmente aliviar los padecimientos arriba señalados y los que ya todos conocemos por el abandono, la negligencia y el robo indiscriminado por parte de ésta y pasadas administraciones universitarias y del gobierno central. Yo puedo entender la frustración, el coraje y la impotencia de los estudiantes por el trato tiránico de la Junta de Síndicos, la Presidencia y los agentes del gobierno Fortuño que quieren destruir la universidad. Pero a la luz del fiasco de la pasada huelga en términos de llegar a acuerdos finales, de las actitudes revanchistas características de la derecha fascista en Puerto Rico, representada por la figura de los líderes del Partido Nuevo Progresista y el Partido Republicano estadounidense y, del propio descontento generalizado del estudiantado y los ex alumnos por la manera en que se han llevado las últimas Asambleas Generales, la táctica huelgaria navideña supone, más que un adelanto, un desacierto de grandes proporciones.
Si te dijera que un nuevo amanecer universitario llegaría en estos próximos días en el vuelo de un estudiantado combativo pero a la vez prudente y sin fanatismo, ¿me creerías?
***
12/02/2010 - 11:37
Cuotas, huelgas y el Titanic
Por: Luis Ponce Ruiz
«Si te dijera que
La Revolución llega
esta noche en un vuelo
Pan American 747 a las 11:43
y sin escala
¿me creerías?»
-Manuel Abreu Adorno
Gracias, Manuel, por esas palabras que nos llegan del más allá. Los que estamos en el más acá nos preguntamos, como Zavalita, «¿En qué momento se jodió la UPR?». Gracias, Mario Vargas Llosa, por escribir gran parte de Conversaciones en la Catedral en Puerto Rico, cuando fuiste profesor visitante en el legendario campus riopedrense en 1969. Y qué fecunda imaginación la mía de reunir, gracias al hilo conductor de nuestra Universidad y sus mitos, a estos grandes de nuestra literatura hispanoamericana.
Y qué fecunda la imaginación del estudiantado --incluyendo a muchos compañeros y amigos míos que respeto y admiro-- de otra vez usar el mecanismo de la huelga para forzar a una administración universitaria a eliminar la injusta cuota de $800. Una administración que, para empezar (y así ha quedado más que demostrado en este semestre que ahora pende de un hilo) no le importa la universidad. La huelga del semestre anterior fue un hito nacional al canalizar la indignación de todo Puerto Rico contra un gobierno abusivo, comprado por los grandes intereses (Fortuño, como sabrán, ya se ha auto proclamado «el vendedor en jefe de Puerto Rico») y totalmente desinteresado en el desarrollo intelectual, social y cultural de la nación. Fue una huelga de pueblo que le enseñó a nuestra sociedad a hacer algo diferente en términos organizativos, de exposición a los medios y de liderazgo. Pero, desafortunadamente, lo mismo no se puede decir de su efectividad para detener la imposición de la cuota y para mejorar la Universidad.
De hecho, la palabra más certera para describir la Universidad y el campus de Río Piedras en este primer semestre del año académico 2010-2011 post huelga es caos. Desde el desembolso tardío de los préstamos y ayudas económicas a los estudiantes y la ineficiencia multiplicada exponencialmente en todos los quehacers administrativos, no-docentes y docentes, hasta la changuería estudiantil de protestar porque tienen que leerse un libro de rabo a cabo para una clase y los altos niveles de tensión en el estudiantado desencadenados, precisamente, por el conflicto huelgario pasado, han hecho de la UPR y todo lo que la rodea en una tierra sumamente volátil.
Cabe preguntarse si una segunda huelga consecutiva va a realmente aliviar los padecimientos arriba señalados y los que ya todos conocemos por el abandono, la negligencia y el robo indiscriminado por parte de ésta y pasadas administraciones universitarias y del gobierno central. Yo puedo entender la frustración, el coraje y la impotencia de los estudiantes por el trato tiránico de la Junta de Síndicos, la Presidencia y los agentes del gobierno Fortuño que quieren destruir la universidad. Pero a la luz del fiasco de la pasada huelga en términos de llegar a acuerdos finales, de las actitudes revanchistas características de la derecha fascista en Puerto Rico, representada por la figura de los líderes del Partido Nuevo Progresista y el Partido Republicano estadounidense y, del propio descontento generalizado del estudiantado y los ex alumnos por la manera en que se han llevado las últimas Asambleas Generales, la táctica huelgaria navideña supone, más que un adelanto, un desacierto de grandes proporciones.
Si te dijera que un nuevo amanecer universitario llegaría en estos próximos días en el vuelo de un estudiantado combativo pero a la vez prudente y sin fanatismo, ¿me creerías?
lunes, 29 de noviembre de 2010
Sección de Crítica: Transición de Pedro Aponte Vázquez
Transición
Pedro Aponte Vázquez
Publicaciones RENÉ
86 páginas
Transición de Pedro Aponte Velazquez apunta hacia una narrativa histórico-política principalmente enmarcada dentro del discurso de la izquierda nacionalista puertorriqueña. El libro es corto, comprendido por 8 cuentos que ilustran mayormente situaciones del movimiento nacionalista durante las décadas del ’50 y ’60.
Aponte Vázquez usa un lenguaje sobrio, sin mucha palabra rebuscada y con bastantes elementos descriptores. Sus personajes son lineales, siempre apreciados por su tenacidad, valentía y disposición, incluso hasta la muerte, para los deberes patrios. Transición contiene una narrativa que parecería idílica y romántica ante el ojo del lector moderno. Sin embargo, el libro es una rememoración a un pasado cierto y a un sentimiento latente aun en mentes jóvenes de hoy en día.
De entre los relatos se destacan “El Eneúno” en el cual Aponte Vázquez presenta la pugna entre el espionaje realizado por las autoridades dentro del movimiento nacionalista. Un relato más activo es el que inicia el texto titulado “Water” en el cual un bando de nacionalista realiza un ataque a la Fortaleza. Aquí Aponte presenta al gobernador como un cobarde que depende en su mayoría de las instrucciones de Washington y de la ayuda de su asistente Vicente, aludiendo al luego líder político independentista Vicente Géigel Polanco.
Transición culmina con un cuento de corte sicológico titulado “Nacimiento, muerte y más allá” en el cual el autor resalta la historia de un paciente que luego de una cirugía es clasificado demente. Al parecer, esta historia abre la puerta a otro libro de relatos por parte del autor.
A pesar de todo lo anterior, Aponte Vázquez resalta como narrador con el cuento “Rumores de cerro adentro” donde comenta el fenómeno de una explosión de proporciones increíbles en el centro de la Cordillera Central. El autor va atando cabos en lo que aparenta ser un suceso enigmático y profético tanto para las autoridades como para el pueblo puertorriqueño. Al final, levemente aduciendo a Villalba,, el autor confiesa que la explosión es el resultado de la ira acumulada en las entrañas del Cerro Maravilla.
Transición es un libro de lectura pausada, lenta y para, los lectores desprevenidos, un poco tediosa. Sin embargo, el libro enmarca una literatura política con una precisión histórica que trasciende la ficción. Aquellos ajenos a la lucha nacionalista se verán obligados a cuestionarse, a buscar y sobre todo a recordar: esta es la verdadera aportación de Transición a la literatura puertorriqueña.
Se lo recomiendo a los amantes de la Historia puertorriqueña y a aquellos deseosos de hurgar el pasado nacionalista que incluye a los Cadetes de la República, los Macheteros, Pedro Albizu Campos y el Cerro Maravilla.
Amigos los espero en la próxima página de Crítica de Libros, les saluda Nelson Vera Santiago.
jueves, 11 de noviembre de 2010
Crítica de Libros: Caparazones de Yolanda Arroyo Pizarro
Caparazones
Yolanda Arroyo Pizarro
158 pages
Caparazones de Yolanda Arroyo Pizarro es una novela coyuntural. En un momento en que las libertades civiles están en el filo de la navaja y en donde el discurso intolerante busca escurrirse con más fuerza en la conciencia colectiva, esta obra ejerce presión hacia un cambio literario.
Arroyo se ha destacado como narradora, su colección Ojos de Luna fue un ejemplo digno de lo que es narrativa contemporánea. No obstante, la autora constantemente se reta a sí misma y al parecer Caparazones es un producto de esa disciplina literaria.
La obra discurre a través de la historia de dos mujeres que se aman y deciden utilizar los mecanismos de la reproducción asistida. Por un lado una Nessa es una periodista por contrato que se dedica a cubrir eventos de protesta en contra de la trata a los animales y la contaminación de sus hábitats. Alexia, por su parte, es una experimentada fotógrafa que vive al ras del momento cubriendo eventos violentos entre recientes grupos de terroristas ambientales.
Curiosamente es el evento del ritual de apareamiento de las tortugas marinas el detonante de una pasión lésbica entre las dos profesionales. Con el pasar del tiempo, Nessa acepta que un óvulo de Alexia fuese inseminado y colocado en su útero. El personaje entrará en una introspección melancólica al evaluar su cruda realidad: a pesar del amor, el hijo y la sexualidad que comparten, Alexia y ella tienen una vida anónima y oculta. Es inescapable comprender la crisis del personaje al reconocer que Alexia es casada, con hijos y hogar dentro del llamado “feliz matrimonio” que lleva con su esposo.
En el caso de Alexia, la trama la presenta como un ser especial poseedor de un sexto sentido, plagada de visiones e imágenes.
Caparazones es un ejercicio interesante que surge a la par con la reciente colección de poesía Cachaperismos. Esta novela es de lectura rápida y de vocabulario sencillo, quizás sea la contestación a un reclamo de la comunidad de lectoras ansiosas por una novela que abarcara este tema y alimentara la sed de narrativa homo-erótica y sicológica dentro del contexto del lesbianismo.
Arroyo nutre la literatura puertorriqueña dando voz a estas dos personajes y, por otro lado, desarrollando una crítica a la política ambiental de los gobiernos actuales.
Caparazones es sin duda un libro que le encantará al lector emprendedor ansioso de un discurso de izquierda que abogue por la igualdad de los seres humanos más allá de preferencias sexuales.
Amigos los espero en la próxima página de Crítica de Libros, les saluda NEVS.
viernes, 5 de noviembre de 2010
El muro que guarda el rosal de Francisco R. Velázquez
El muro que guarda el rosal
Francisco R. Velázquez
La secta de los perros
184 páginas
Francisco R. Velázquez es un narrador, pero no un narrador cualquiera, sino un narrador con voz incisiva y certera. Su novela, El muro que guarda el rosal, es un excelente ejercicio de escritura que elabora en sus páginas la interesante historia de la matriarca policiaca puertorriqueña, Dolores Cardona.
Velázquez se presenta como un novelista reciente pero de gran experiencia y verbosidad. Sus años como periodista de notas policíacas le han dado una flexibilidad asombrosa. Su oraciones siguen la pauta hemingweiniana, o sea cortas, concisas y de lenguaje natural. A una primera lectura de las ocurrencias de la Cardona se puede pensar que la obra fue escrita de un salto. Es como si Cardona se encerrara y en tres horas te presentara la historia de Puerto Rico en el 1948 lleno de intrigas, espionaje y crímenes.
El muro que guarda el rosal, presenta el personaje de Dolores Cardona como una mujer adelantada a su época, llena de una tenacidad jamás vista en personaje de su clase en la narrativa. Es audaz, meditativa y sobre todo, una mujer guapa y seductora. Su contraparte, el ex policía Miguel parece un ser diminuto al lado de la presencia de la detective.
Velázquez sabe construir buenos personajes, les da color y hasta padecimientos singulares. Su técnica es sumamente llamativa, Dolores comienza la novela desde un relato en primera persona, captando así la atención del lector curioso. Con el avance de los acontecimientos y luego de un par de cadáveres, Dolores se presenta en una narración en tercera persona, o sea, adquiere la admiración de los demás personajes de este libro.
Por otro lado, Velázquez no niega las raíces latinoamericanas de lo real maravilloso e incluso el infrarrealismo antillano. Preponderan en la obra un griego radicado en Ponce que ama el necro-abuso, asesinatos por medios sutiles a través del recto y hasta un revólver calibre .45 que, maldito o bendecido, se dispara sólo en las ocasiones de peligro.
El muro que guarda el rosal, es de lectura rápida, no obstante, el libro es capaz de una tercera o cuarta visita. Lamentablemente, pudo haberse elaborado más. Velázquez tenía mucha trama para trabajar, pero por alguna razón se limitó dejándonos a veces en la confusión por los giros de la obra. A pesar de esto la novela es exquisita, la construcción de lo femenino es trabajada con elocuencia y la habilidad de redondear párrafo por párrafo la narrativa merece el aplauso.
Francisco R. Velázquez tiene mucho que darle a la literatura puertorriqueña. Sin embargo, luego del final de esta obra, no se sabe qué pasará con los personajes. Sin duda hay hambre de más textos como este y hay ganas de más dolores. Porque es mucha mujer esta Dolores. Dolores Montijo Cardona.
En buena hora Francisco, veterano periodista y seguramente excelente narrador.
Amigos los espero la próxima página de Crítica de Libros, les saluda Nelson E. Vera Santiago.
lunes, 1 de noviembre de 2010
En memoria de Joselito...
Uno mi abrazo a la familia Hernández Cordero ante la pérdida de nuestro querido amigo Joselito (José Hernández Cordero). Un frío recorre mi cuerpo al pensar en esta prematura partida. Esta mañana tomé la iniciativa de dar una nota de pésame a la familia a través de Radio Universidad de Puerto Rico. A dicha nota se unió Manuel Torres, editor de noticias deportivas, dado el hecho de que Joselito era tremendo atleta.
Joselito era un joven emprendedor, alegre y sobre todo, activo. Su sonrisa era distinguible cuando uno lo divisaba a lo lejos.
Joselito se distinguía en el Voleibol por su excelente servicio en flotadora, en el Tenis por su impresionante piquete backhand y en el baloncesto por su hermosa yompa de 3 puntos.
Joselito además practicaba el Racquetball, el Béisbol y comenzaba su despunte en la disciplina del Golf.
Producto de la educación pública, estudiante con méritos de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla y luego en el Recinto de Ciencias Médicas.
Muchos fueron los buenos momentos que compartí con Joselito mientras estudiábamos en la escuela Catalina Morales de Flores en Moca, donde jugábamos en el equipo de Voleibol.
En realidad siento que queda mucho por contestar. Una mano helada me aprieta el corazón. Por ahora:
DESCANSA EN PAZ CHELITO…SIEMPRE TE RECORDAREMOS…SIEMPRE TE TENDREMOS EN EL CORAZON.
jueves, 21 de octubre de 2010
Ser el ficciólogo...
Ser el ficciólogo comenzó a darme todos los martes a las 10:14am desde que tenía 11 años. No obstante, ser el ficciólogo pasó también a los miércoles, allá en la época de Oro donde las coronitas estaban a peseta.
Ser el ficciólogo implica ver con los ojos de las manos, tocar con las manos de los ojos. Sufrir de antítesis como esa y otras taquicardias literarias.
Ser el ficciólogo es estar en contacto constante con la naturaleza literaria, los árboles de palabras, los ríos de embustes y las yerbabruja de verbosidad en las que pasto cual animal imbécil en inanición.
Ser el ficciólogo es estar tan y tan cansado del control de la “academia”, de ser continuamente observado con mesura ante la evidente carencia de la “disciplina” que se necesita para ser “exitoso” en los “estudios”.
Ser el ficciólogo implica ser contestatario y un poco subversivo, lo suficiente como para hincar en las bolas del “establishment”. Lo que se necesita para ser un hongo vaginal del Gobierno.
Ser el ficciólogo conlleva estar leyendo, leyendo, leyendo, leyendo y nuevamente leyendo cosas que no se asignan en los prontuarios. Como buen patriota, colgarme en dos o tres clases en la universidad de la vida, no dejando a un lado el mandar un poquito al carajo los currículos.
Ser el ficciólogo significa estar en una línea bien difusa entre la Literatura, el Derecho y el Periodismo…no sin antes advertir, con rótulos enormes (que jamás serán tumbados por El Departamento de Obras Públicas) que en realidad no se ha estudiado ninguna de estas materias. Que no se es filósofo si no se nace bruto y luego se busca el cuerno de la abundancia retórica.
Ser el ficciólogo es ser hijo del sociólogo/historiólogo y la secretarióloga/facturóloga y llamarse por un nombre y un binomio de apellidos. Ser ficciólogo también conlleva una vida de cauces en unión de hecho/sacramenta/sexual con la teatróloga/pedagógoga.
Ser el ficciólogo da licencia para matar verbos, degollar libros y unirlos luego como un Frankenstein sudado y bello, recién parido gracias a los pujos de la madre MUSA.
Ser el ficciólogo dota de un poder sobrenatural a lo superman (que nadie se da cuenta que viste el Red, White and Blue, pero es en realidad un extrarreste en EE.UU., un “ilegal Alien” de Kryptonia) para mandar al carajo a quien me de la gana y cuando me de la gana, en nombre de la paciencia artística y el reumatismo de mi exilio en los libros.
Ser el ficciólogo se pega como una gripe de desgracia verbal. Te consumirá y se esparcirá a tus hijos y los hijos de tus hijos, hasta que los hijos de los hijos (ficciólogos todos) hagan el Gobierno de la Ficciólogía.
Att.
EL FICCIÓLOGO
NOTA: Esto es sólo una pieza de uno de mis libros inéditos. Su reproducción está rotundamente prohibida so pena de ficcidio.
Ser el ficciólogo implica ver con los ojos de las manos, tocar con las manos de los ojos. Sufrir de antítesis como esa y otras taquicardias literarias.
Ser el ficciólogo es estar en contacto constante con la naturaleza literaria, los árboles de palabras, los ríos de embustes y las yerbabruja de verbosidad en las que pasto cual animal imbécil en inanición.
Ser el ficciólogo es estar tan y tan cansado del control de la “academia”, de ser continuamente observado con mesura ante la evidente carencia de la “disciplina” que se necesita para ser “exitoso” en los “estudios”.
Ser el ficciólogo implica ser contestatario y un poco subversivo, lo suficiente como para hincar en las bolas del “establishment”. Lo que se necesita para ser un hongo vaginal del Gobierno.
Ser el ficciólogo conlleva estar leyendo, leyendo, leyendo, leyendo y nuevamente leyendo cosas que no se asignan en los prontuarios. Como buen patriota, colgarme en dos o tres clases en la universidad de la vida, no dejando a un lado el mandar un poquito al carajo los currículos.
Ser el ficciólogo significa estar en una línea bien difusa entre la Literatura, el Derecho y el Periodismo…no sin antes advertir, con rótulos enormes (que jamás serán tumbados por El Departamento de Obras Públicas) que en realidad no se ha estudiado ninguna de estas materias. Que no se es filósofo si no se nace bruto y luego se busca el cuerno de la abundancia retórica.
Ser el ficciólogo es ser hijo del sociólogo/historiólogo y la secretarióloga/facturóloga y llamarse por un nombre y un binomio de apellidos. Ser ficciólogo también conlleva una vida de cauces en unión de hecho/sacramenta/sexual con la teatróloga/pedagógoga.
Ser el ficciólogo da licencia para matar verbos, degollar libros y unirlos luego como un Frankenstein sudado y bello, recién parido gracias a los pujos de la madre MUSA.
Ser el ficciólogo dota de un poder sobrenatural a lo superman (que nadie se da cuenta que viste el Red, White and Blue, pero es en realidad un extrarreste en EE.UU., un “ilegal Alien” de Kryptonia) para mandar al carajo a quien me de la gana y cuando me de la gana, en nombre de la paciencia artística y el reumatismo de mi exilio en los libros.
Ser el ficciólogo se pega como una gripe de desgracia verbal. Te consumirá y se esparcirá a tus hijos y los hijos de tus hijos, hasta que los hijos de los hijos (ficciólogos todos) hagan el Gobierno de la Ficciólogía.
Att.
EL FICCIÓLOGO
NOTA: Esto es sólo una pieza de uno de mis libros inéditos. Su reproducción está rotundamente prohibida so pena de ficcidio.
Back in Black: La polémica entre Clarence Thomas y Anita Hill
Increíblemente, 19 años después de las controversiales vistas de confirmación del juez Thomas, todavía subsiste la polémica sobre su alegado patrón de hostigamiento.
Esta vez la esposa del Juez Asociado es la protagonista, junto a la ya afamada Anita Hill. Una llamada telefónica fue el detonante. La pregunta: ¿Por qué tiene que escarbar tanto la señora Thomas? ¿Dudas? ¿Envidia?
O, por otro lado, ¿cuán cierto son las versiones de Hill? ¿Habrá algo que no ha contado?
Clarence Thomas' Wife In Spotlight After Phone Call
October 20, 2010A phone call from the wife of Supreme Court Justice Clarence Thomas has rekindled a steamy controversy that riveted the nation nearly two decades ago.
In 1991, the Senate Judiciary Committee reopened confirmation hearings for Thomas, after NPR disclosed that University of Oklahoma law professor Anita Hill — a onetime aide to Thomas -– had accused her former boss of sexual harassment. At the hearing, Hill graphically detailed the events that she said eventually put her in the hospital with stress-related abdominal pain.
An enraged Thomas called the accusations a lie and called the proceedings "a circus," a "national disgrace" and "a high-tech lynching for uppity blacks who in any way deign to think for themselves."
Thomas was narrowly confirmed, and the matter has lain dormant, and unresolved, for 19 years — until 11 days ago, when Virginia Thomas called Hill, now a professor at Brandeis University, at 7:30 a.m. and left a voice mail message. It said:
Good morning, Anita Hill; it's Ginni Thomas. I just wanted to reach across the airwaves and the years and ask you to consider something. I would love you to consider an apology sometime and some full explanation of why you did what you did with my husband. So give it some thought and certainly pray about this and come to understand why you did what you did. OK have a good day.Hill apparently didn't get the message for several days because of the holiday weekend. When she did, she was unsure whether it really was Virginia Thomas calling or a crank. So she conferred with her longtime friend and onetime lawyer, Harvard Law professor Charles Ogletree, and decided to turn the matter over to the Brandeis campus police, who in turn referred it to the FBI. According to sources close to Hill, the bureau then contacted Virginia Thomas, who confirmed that she had made the call.
On Tuesday, Virginia Thomas issued a public statement, saying the call was an "olive branch" to Hill and that she had not intended any offense. But the Brandeis professor did take offense, declaring that Virginia Thomas "can't ask for an apology without suggesting that I did something wrong, and that is offensive." Hill said she has no intention of apologizing since she testified truthfully.
Theories abound as to why Virginia Thomas would have made such a bizarre call. Oct. 9 was close to the anniversary of the hearing. Was she just stewing? Was this an attempt to get more attention for the anti-Obama political group she founded this year? Or was it a reaction to a New York Times front page article that appeared that morning discussing her elevated political role, her links to the Tea Party movement and the problems that might or might not pose for her husband?
Long active in conservative politics, Virginia Thomas has assumed a far more visible role in the past year, founding a group called Liberty Central, which advertises itself as linked to the Tea Party. She has spoken publicly about opposing what she calls the "tyranny" of the Obama administration and congressional Democrats. As president and CEO of Liberty Central, she has raised money from secret donors — more than $500,000 to begin with, and presumably much more since then; all of which has raised questions about a potential conflict of interest for her husband, Justice Thomas.
While some critics have said they are troubled by Virginia Thomas' political activities, the conflict-of-interest statute is aimed primarily at financial conflicts. Therefore, legal ethics experts say that a spouse's political opinions don't matter. That is particularly true in the modern age when spouses have their own careers and are free to express themselves politically. As Northwestern Law School legal ethics expert Steven Lubet observes, the conflict-of-interest law governs a justice's conduct, not his spouse's. New York University ethics expert Stephen Gillers agrees, noting that Supreme Court justices have an obligation to avoid recusal if they can. Unlike lower court judges, who can recuse themselves and be replaced by another judge, that is not true on the Supreme Court.
On the other hand, the conflict-of-interest law also counsels judges to avoid the appearance of conflict. Failure to do so could potentially cause the public to lose confidence in a justice or even in the impartiality of the court itself. Would the public, for example, come to regard the court with the same cynicism it regards other institutions if a justice's spouse is front and center, campaigning against the health care bill, and then that bill comes before the court, without the justice's stepping aside?
The ethics experts all say that the law does not impute a spouse's views to the justice she is married to. They say the only solution to the problem is restraint on the part of the spouse.
That assumes there is no financial conflict. In the case of Virginia Thomas, there is one fly in the ointment, according to professor Gillers.
Liberty Central, the organization founded by Virginia Thomas, has accepted a great deal of money from secret donors, all of which is legal under the Supreme Court's 2010 decision striking down many of the previous limits on campaign spending. But Gillers notes Virginia Thomas is CEO and president of the group and that an opportunistic donor, by giving money to an organization that pays Virginia Thomas' salary, is in fact giving a financial benefit to Justice Thomas, too. And that could constitute a financial conflict.
That raises one critical question: How will we know if such a conflict exists, when the donors' identities are secret?
jueves, 14 de octubre de 2010
Literatura Puertorriqueña Negra del siglo XIX escrita por negros Obras encontradas de Eleuterio Derkes, Manuel Alonso Pizarro y José Ramos y Brans
Literatura Puertorriqueña Negra del siglo XIX escrita por negros Obras encontradas de Eleuterio Derkes, Manuel Aloso Pizarro y José Ramos y Brans
Roberto Ramos Perea
Ateneo Puertorriqueño.
Editorial Lea 378 págs.
Literatura Puertorriqueña Negra del siglo XIX ...es un texto que destaca una de las contribuciones literarias olvidadas de nuestra historia, la literatura de nuestros negros intelectuales escrita por los propios negros. Roberto Ramos Perea esboza en este escrito un excelente estudio analítico en donde plantea la importancia de rescatar unos escritos que la sociedad predominantemente blanca, adinerada y católica ha sentenciado a la marginalidad histórica.
Sorprende la cantidad de escritos que nunca han resaltado en los currículos de la educación pública del país. Tomo licencia para criticar esta coyuntura aun más, ya que a pesar de haber realizados estudios en literatura, en ninguna de mis clases de Literatura Puertorriqueña, Poesía y Ensayística he escuchado los nombres que Ramos Perea resalta en su ensayo. Me avergüenzo de mi conocimiento y hasta del premio que me concedieron en el pasado ante la falta de respeto que es leer por primera vez los maravillosos dramas de Eleuterio Derkes, los escritos de Manuel Alonso Pizarro y José Ramos y Brans.
No obstante, en este barco estamos casi todos, ya que las clases sociales dominantes conspiraron para enterrar en el tiempo lo que Ramos Perea con verbo incisivo y certero rescata de la memoria del Sur, Sureste y Oeste de Puerto Rico. Literatura Puertorriqueña Negra del siglo XIX... presenta un resurgir de las letras boricuas. Su concienzuda búsqueda no peca de lacaya, siendo una cacería literaria que hurga los archivos nacionales, eclesiásticos y hasta la memoria colectiva que aún rebrota aquí y allá.
Las dimensiones de este texto son enormes, sus 378 páginas se componen de tres partes principales. Un estudio preliminar del Dr. Ramos inicia el recorrido histórico de cada una de estas, siendo los parámetros mayores las obras de Derkes, Alonso Pizarro y Ramos y Brans. Sin embargo, esta numeración no es limitativa ya que Ramos Perea destaca también a Eleuterio Lugo, Carlos Casanova, José González Quiara, Tomás Carrión Maduro, José Celso Barbosa, José Elías Levis, Arturo Más Miranda, Eduardo Conde, Luis Felipe Dessus, Enrique Lefebre, Jorge Alonso Fernández y al excelso maestro Arturo Schomber.
Los mencioné a todos, aunque la lista sea larga, no para aburrir sino para perdurar sus nombres en la radio puertorriqueña. Para que cada uno de ellos goce de lo que le veneraron a Tapia, Lloréns Torres y a Manuel Zeno Gandía. Para que le duela a los blancos y conservadores el saber que hay negros que escriben, piensan y construyen la literatura de este país. Literatura Puertorriqueña Negra del siglo XIX ...es un libro para la historia. Aplaudo enérgicamente el esfuerzo del Dr. Ramos Perea. Este libro es lectura obligatoria, para todos, gusten o no de la literatura, punto.
martes, 12 de octubre de 2010
Esta semana es de América.
Mientras en Puerto Rico no se sabe si el día feriado se celebra martes o lunes (porque lo importante es tener un día libre en la semana), el resto de Latinoamérica busca justicia por el mayor genocidio de la historia.
Ayer 12 de octubre se celebró el Día de la Resistencia Indígena. Esta fecha marca los 517 años de una de las mentiras de la historia: El descubrimiento.
Los colonizadores españoles encontraron un mundo de recursos, sus brillaron con la imagen de la explotación y la desidia ante la vida.
Lastimosamente nos creemos que todavía España es “La madre patria”. A inicios de la semana lo escuché en Radio Universidad, como si fuese algo de lo más normal, como si la gran madre estuviese llamándonos para volver a sus entrañas. La carcajada que solté fue casi automática ante el ominoso cognomen pronunciado por un invitado.
En realidad, esta antítesis de la “madre patria”, resalta la ultracolonización de generaciones a través del tiempo. El concepto del “descubrimiento” es uno centralista y carente de visión emprendedora. Es pensar en Europa como el ombligo del mundo. Si Richard Dawkins no se equivoca, el “descubrimiento es un enorme meme. Un fenómeno cultural capaz de cambiar la historia.
El “descubrimiento”, el concepto como tal, es destruir un lado del mundo a expensas del desconocimiento de los habitantes de occidente. Es validar el genocidio, las violaciones en masa, el hambre y la destrucción de la balanza entre lo natural y lo místico, que tanto caracterizó a nuestros nativos.
Sin hablar del concepto “indio”, sin embargo, este es un elemento que deberá ser considerado por los organizadores de este “celebración” (si es que hay algo que celebrar).
Esta semana Urrutia se destacó como periodista antropológico.
Esta semana los nativos resisten.
Esta semana es de América.
lunes, 4 de octubre de 2010
La saga de la Hostos… ¿Qué pasará?
Remitan su lectura al blog del profesor Prof. Meléndez Juarbe. La foto habla por sí sola…
http://cualestuplan.blogspot.com/2010/10/hostos-nos-compete-tods.html
NPR entrevista a John Paul Stevens
La más reciente entrevista de NPR a uno de los Jueces más influyentes de las últimas tres décadas de la Corte Suprema de los Estados Unidos, John Paul Stevens.
Con la toga recientemente colgada y con su silla ocupada por Elena Kagan, Stevens habla sobre los cambios que ha hecho en su visión del derecho y algunas de las opiniones que ha escrito para las postrimerías de la Unión.
Tremenda discusión sobre la pena de muerte y sobre todo, segun Stevens: Law clerks are supposed to not make the Judge look stupid.
Adjunto el documento íntegro tomado de http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=130198344
***
Justice Stevens: An Open Mind On A Changed Court
The U.S. Supreme Court opens its new term Monday, with new Justice Elena Kagan sitting in the junior justice's seat at the far end of the bench. For the first time in its history, a third of the nine-member court is female, and all of its justices are either Catholic or Jewish — no Protestants. Also, for the first time in 35 years, Justice John Paul Stevens is not there.The 90-year-old justice retired in June; this summer, he sat for an interview in his chambers. During a lengthy and wide-ranging conversation, Stevens said he regrets one vote: his 1976 vote to uphold the death penalty. He also said he remains undecided about whether it would be a good idea to allow TV cameras in the Supreme Court; gently chided the Senate for the way it conducts confirmation hearings; and said he has often changed his mind about issues after reading the briefs and hearing oral arguments.
To understand the arc of history Stevens has witnessed, you need only know that one of the artifacts in his office is a scorecard from the famous 1932 World Series game in which Yankees hitter Babe Ruth, playing the Chicago Cubs in their home park, pointed to center field and then hit a home run there. The blast was a blow to a 12-year-old John Paul Stevens, sitting in the stands with his father.
Nearly three-quarters of a century later, at age 85, Justice John Paul Stevens threw out the first pitch at a Cubs game.
"I used to be able to throw the ball pretty well," he said. But he quickly realized he needed to brush up his skills. He spent weeks practicing and when the big day came, "I pretended … that I was out in left field trying to get a guy out at home. It worked out fine."
A Competitor, And A Teammate
Even now, there is nothing about Stevens that suggests he is 90. He still plays singles tennis several times a week, swims, plays golf and contract bridge, and has a competitive streak belied by his gentle demeanor.
One of his colleagues recalls encountering Stevens early one morning in the Supreme Court garage. Stevens was still in his tennis clothes, and when the other justice asked how the game went, Stevens jumped up and down like a kid, declaring, "I creamed him."
That is not the kind of behavior usually seen from the Midwesterner often called "a judge's judge." Colleagues, clerks and counsel all describe him as a man of "unaffected decency," who is "unfailingly polite and gracious." So skilled is he at building relationships on the court that other justices have said they would like to bottle his talent. During the interview in his chambers, he chuckled about the notion that he is some sort of great tactician.
"There's no grand strategy or anything like that; it's just part of the way I think judges should work together on a multi-judge court," he said. "One of the things that makes this a nice place to work is the custom of shaking hands before you go on the bench. It's a funny thing that that very minor ceremony starts everybody off in a collegial manner, and it stays right there."
Unlike many court commentators, Stevens does not attribute political motives to colleagues with whom he disagrees. "The wonderful thing about this institution is that we do disagree about very profound things," he says, but every justice "accepts the fact that his or her colleagues are doing the best job they can consistent with their own understanding of the law and the Constitution."
That doesn't mean that Stevens and his antagonists on the court have disdained strong language. In January, when a new conservative majority struck down a 100-year-old ban on corporate spending in candidate elections, Stevens wrote in dissent that the court's decision would "cripple the ability of ordinary citizens, Congress and the States to adopt even limited measures to protect against corporate domination of the electoral process."
In 2008, when the court, including Stevens, declared that detainees at Guantanamo have a constitutional right to judicial review of their detentions, Justice Antonin Scalia, in dissent, said the majority opinion "will almost certainly cause more Americans to be killed."
With a tiny twinkle in his eye, Stevens says that Scalia "has written a number of opinions in which he has made very seriously dire predictions about what would happen, and I think by and large those things did not happen."
A Fundamental Dispute
Stevens and Scalia have gone at each other on many subjects, but their core disagreement is over Scalia's espousal of originalism — the idea that the Founding Fathers intended the Constitution to mean only what it meant at the time of enactment, no more and no less. Or, as Scalia puts it, "the Constitution that I interpret and apply is not living, but dead."
Stevens disagrees. "To suggest that the law is static is quite wrong," he says. Stevens argues that "the whole purpose was to form a more perfect union, not something that's perfect when we started. We designed a system of government that would contemplate a change and progress."
This clash of views is exemplified in a 1990 opinion Stevens wrote, which invalidated the Illinois patronage system as a violation of employees' First Amendment rights to freedom of association.
Stevens notes that when he first encountered the question, he thought the claim had no merit. After all, as Justice Scalia would subsequently observe, patronage existed at the time the republic was founded. But Stevens, upon examining the question, reached a conclusion exactly opposite of what he originally thought.
"It did persuade me that some things that have been part of our law for a long, long time are not necessarily correct interpretation of the Constitution," he said. "The best example of that, of course, is racial discrimination. ... But the patronage system, it seemed to me, was a misuse of government power; the government has a duty to act impartially."
In his nearly 35 years as a justice, Stevens authored some 400 majority opinions for the court on almost every issue imaginable — from national security and Guantanamo to immigration; from abortion to obscenity; from school prayer to campaign finance reform; from term limits to the relationship between the federal and state governments.
During his tenure, he was seen as an increasingly respected and influential justice, a man beloved by his colleagues for his decency, his unassuming nature, and his tough inner core. Appointed by President Ford, Stevens was labeled a moderate conservative in his first decade. But by the time he retired, Stevens was seen as the court's most liberal member. So did he change or did the court?
"I think primarily the court has changed," says Stevens, referring to the composition of the court. But he acknowledges that on some issues, his views have changed as he has "learned more."
Debating The Death Penalty
Both the change in Stevens and the change in the court are illustrated by the issue of the death penalty. When he first joined the court, he voted to revive capital punishment, overturning a de facto moratorium imposed by the court four years earlier.
"I thought at the time ... that if the universe of defendants eligible for the death penalty is sufficiently narrow so that you can be confident that the defendant really merits that severe punishment, that the death penalty was appropriate," he says. But, over the years, "the court constantly expanded the cases eligible for the death penalty, so that the underlying premise for my vote has disappeared, in a sense."
In short, as moderate conservatives retired and were replaced by more hard-line conservative justices, the court changed the rules, he says. "Not only is it a larger universe, but the procedures have become more prosecution-friendly."
The court, he notes, has become more permissive in allowing prosecutors to object to seating jurors who have qualms about the death penalty. The result is that instead of getting a random sample of jurors, jury panels are more supportive of the death penalty. In addition, the court now allows the relatives of crime victims to testify during the penalty phase of a capital trial. These so-called victim impact statements were once ruled too incendiary to be permissible, but four years later, a more conservative court reversed the decision. All of this, says Justice Stevens, has changed the nature of the death penalty as he and the court envisioned it in the 1970s.
These subsequent decisions tend to "load the dice in favor of the prosecution and against the defendant," Stevens says. "I really think that the death penalty today is vastly different from the death penalty that we thought we were authorizing. And I think if the procedures had been followed that we expected to be in place, I think I probably would've still had the same views." Namely, he would have continued to favor a narrowly circumscribed death penalty.
Instead, he views his vote to uphold capital punishment in 1976 as the one he regrets during his tenure. It is "the one vote I would change," he says. Calling the decision "incorrect," Stevens says the 1976 court "did not foresee how it would be interpreted."
Father's Brush With The Law
Justice Stevens disavows the notion that his concern for the rights of criminal defendants might stem from his own family's experience. His father, who built and ran what was then the largest hotel in Chicago, was prosecuted for embezzlement and convicted. Facing 10 years in prison, he was subsequently exonerated by the Illinois Supreme Court, which unanimously reversed the conviction, declaring that the alleged crime was a mistaken investment and that there was "not one scintilla of evidence of concealment or fraud."
Stevens acknowledges that he has thought about whether this experience affected his views. But, he adds, "I don't really think it had any impact whatsoever on me, to tell you the truth."
His voice cracking with emotion, Stevens continues: "And the reason I say that is that at the time I never really considered it being a realistic possibility that he would ever go to jail. Because I knew the kind of man that he was. He simply was not capable of either a dishonest or dishonorable act."
Indeed, Stevens says, after the decision, he still planned a career teaching English, and only changed his mind years later.
A Contrarian With An Open Mind
Stevens is feisty in defending both his majority opinions and some of his famous dissents, as well. Flag-burning? He still thinks the court was wrong to strike down a law making flag desecration a crime. Bush v. Gore? He still thinks the court overstepped its authority and should have left the recount to the state of Florida.
As for the court's recent ruling allowing corporations and unions to spend unlimited amounts on candidate elections, Stevens thinks it was dead wrong — and, indeed, still doesn't think that money is the same thing as speech. "Can you hear it talk? Can you read it? [Money is] simply not speech," he says. "And I have to confess that my own views are that there is an interest in trying to have any debate conducted according to fair rules that treat both sides with an adequate opportunity to express their view. We certainly wouldn't, in our arguments in this court, give one side a little more time because they could pay higher fees to hire their lawyers, or something like that."
But Stevens still has not made up his mind about one Supreme Court issue: whether the court should allow television cameras to record and broadcast the arguments.
On the plus side, he says, "I think you develop more respect for the court when you see it — how it actually handles oral arguments — and you see that the justices are prepared and have thought about the problems and so forth."
But introducing television into a new forum can often have "an adverse impact on the process," Stevens says, pointing to Senate confirmation hearings for judges as an example. Ultimately, he says, "I think there is a very serious risk that if you introduce television into the Supreme Court arguments, it may have an unintended consequence that we really don't foresee right now."
A Different Approach
One of the hard things to fathom about a justice who is Stevens' age is how he discards the beliefs he grew up with when other, younger justices do not. Nearly a quarter-century ago, when the Supreme Court upheld a Georgia law that made it a crime for homosexuals to engage in consenting sexual conduct in the privacy of their homes, Stevens was among the dissenters.
When he joined the court, Stevens says, he didn't have any friends whom he knew to be gay, but he knew the first time he saw the issue that it was a tough call. When the court upheld anti-sodomy laws in 1986, Stevens dissented. Seventeen years later, he was part of the court majority that reversed that ruling.
"It's just part of the job where you take the cases one at a time," he says, "and I have found very often, I'm surprised [that] the result I come out with is not necessarily what I assumed in advance."
For Stevens, writing the first drafts of his opinions himself, instead of delegating the task to law clerks as many of his colleagues do, helped with that process. In writing it out, Stevens says, "your reasoning will either make sense or it won't. And if it doesn't, you change your vote, or you change your whole approach."
After the first draft was done, he would give it to his law clerks. "Their job is to prevent me from looking like an idiot," he says with a laugh.
The law clerks checked Stevens' facts and sometimes made only minor changes. But on other occasions, they rewrote his draft entirely — a rewrite that he sometimes embraced in whole or part, and sometimes rejected — in the nicest way possible, of course.
The important thing, Stevens says, is that in examining a question, he often changes his mind. What at first blush may look like a simple case with an easy answer turns out to be something quite different — a point, he observes, that seems to be lost at Senate confirmation hearings.
"The senators sort of expect the new nominee to know all the answers now," he says. "But this is a job in which you get briefs from lawyers, and you start out with sort of an expectation of being taught a little bit about the issues before you have to decide. And there's an awful lot you learn on almost every case. You don't know all the answers when you start. And if you think you do, you're kidding yourself."
So, is Stevens sad to have left the court?
"I'm both happy and sad," he says. "I have mixed feelings about it, because I know I'll miss the work. I really, really love the job. But I'm also looking forward to having not so many deadlines to meet."
jueves, 30 de septiembre de 2010
Crítica de Libros: Reyerta TV
Reyerta TV
Juanluís Ramos
Agentes Catalíticos
120 páginas
Reyerta TV es un libro que responde a la cultura de la tecnología y la informática que caracteriza a los escritores que se desarrollan a partir de la d’ecada de los 90. Juanluís Ramos es el creador de esta colección de cuentos que raya entre lo cinematográfico y lo morboso. Reyerta TV abarca los temas de la violencia, la pornografía, el crimen y la realidad social de un Puerto Rico que se parece cada vez más a las distopias cinematográficas. Ramos utiliza un estilo sencillo y fácil de apreciar, con un toque un tanto tecnológico y digital que invita a reformular la tradicional lectura para convertirla en un ejercicio visual.
El libro es en sí un canal, Reyerta TV es en esencia el gran libreto de la programación de la violencia. Ramos ha logrado capturar la teoría de la desensibilización social que tanto caracterizó a sociólogos como Robert Merton y a educadores como Paulo Freire.
En Reyerta TV la violencia abre el texto, siendo el primer cuento un catalítico que sentará las bases para el resto de los relatos. Vale recalcar que al autor recurre muy bien al relato detectivesco en las diferentes entradas del relato “Gin & Tonic”. Sin embargo, son los cuentos “La confesión de Sor Josefa de todos los Santos” y “Out” los que enmarcan la crítica que tantas veces soneó Luis Rafael Sánchez en La guaracha del Macho Camacho. El primer cuento demuestra toda la crudeza del fetichismo pornográfico; el segundo es una recreación de la pasión deportiva por el béisbol que tanto marca nuestra realidad antillana.
Juanluis Ramos es un narrador perverso, marcado por la cultura de “Mano dura contra el crimen”, es rudo en sus historias pero sigiloso y a la vez certero en su verbo. Sin duda, estamos ante uno de los narradores de la literatura puertorriqueña para las postrimerías.
La confesión del autor en el último cuento titulado “Boletín de última hora” es tan desgarradora como real. Concluye así la salpicadura de alcohol y sangre que se esconde en las páginas con un toque que obliga a mirar al televisor y tenerle miedo.
Reyerta TV es de lectura rápida, pero aconsejo que sea tomada con calma ya que este libro esconde mucho más que una metáfora social. Se lo recomiendo a los amantes de la narrativa en general y muy en especial a los cineófilos y amantes de las recientes transformaciones de las comics a la pantalla grande.
martes, 21 de septiembre de 2010
Conversación con Diego de la Texera (Primera Parte)
Un astro del Cine: De Ponce a Brasil
Diego de la Texera es todo un personaje: altivo, minucioso de ojos, de voz fuerte y sonrisa confundida con los bigotes.
Conocí a este cineasta durante un reportaje que preparé para el Festival de Radio Amigos 2010 de Radio Universidad de Puerto Rico. Luego, tras la muerte del prócer, Juan Mari Bras, no me pareció curioso el verlo llegar a compartir el doloroso duelo. Nos confundimos en un saludo fraternal y con la mirada repasamos las mil historias que compartimos en lo poco que interactuamos.
Para aquellos que no conocen a Diego de la Texera es un doctor del Cine, nacido en Ponce. A temprana edad visitó constantemente a Venezuela, acrecentando su amor por la vida Latinoamericana.
De la Texera es uno de los productores de Cine más discutidos en los países de habla hispana tras haber estado envuelto con los Revolucionarios Sandinistas. Fue el creador de una de las piezas del séptimo arte más importantes de El Salvador, titulada El Salvador: el pueblo vencerá en 1980. Además, fue director de la Escuela Internacional de Cine Televisión de la Habana, una de las más prestigiosas instituciones cinematográficas de nuestro hemisferio.
Comparto con ustedes la promoción de su magnum opus Meteoro y parte de la conversación sobre política y cine que sostuvimos.
¡Que lo disfruten!
Meteoro de Diego de la Texera, una película que toca diferentes temas con un matiz cuasi mágico donde se ve mucha literatura, donde se ve mucho tema, que diríamos, tan latinoamericano, entre nosotros así, que tenemos ese estilo de narrar. ¿Qué es meteoro? ¿Cuándo surge Meteoro?
Meteoro surge…he…la idea surge como en año 97. Así son las cosas en América Latina, tú tienes una idea en el 97 y la realizas en el 2007, fueron 10 años de trabajo para poner esa película en la pantalla. Surge a través de un encuentro puramente fortuito. Yo estaba buscando sinopsis en la oficina de un amigo mío en Río de Janeiro para hacer un paquete de películas para Universal. Y el tenia una gaveta de sinopsis y empezó a sacar sinopsis y una de las que sacó la volvió a meter y me dijo “esa no es sinopsis, mira las otras esa no es sinopsis”.
Y yo me quede curioso. Cuando termino la sesión y escogí mi sinopsis, dije: “No me dejas ver esa que está ahí. Esa que me dijiste que con era sinopsis.” Y era la historia cruda de Meteoro.
Era la historia documental de estos trabajadores que estaban haciendo la rodovia federal 020 de Brasilia a Fortaleza que habían sido abandonados en el medio del certaon junto con 16 prostitutas visitadoras. Cuando vino el golpe militar los abandonaron allá en medio del certaon y ellos construyeron una sociedad perfecta. Un pueblito que se llama Nueva Holanda. Que todavía existe.
¿Cómo termina un ponceño: número uno, cruzando prácticamente América Latina y luego de esto, terminando en Brasil haciendo una película tan trascendental como esta?
¡Diablo! Pues esa es la historia de mi vida. ¿NO? Eso es correr detrás de, quizás lo que está de moda, pero que desde chiquito yo, que tengo familia venezolana, tengo un tío que se fue para allá en los años 30 en la época de Gómez, descubrí tempranamente a América Latina cuando tenía 13 o 14 año. Que íbamos a pasarnos los veranos allá a la playa de Choroní en la casa de mi tío. Ahí me despertó esa hambre por América Latina y como la fascinación de que esa gente era tan parecida a nosotros. Que nosotros de verdad, yo lo que conocía era americanos que venían a Ponce a la cosa de las refinerías de petróleo y los hijos de los americanos. O sea, yo nunca había conocido un venezolano, ni nada de esas cosas. Y me fascinó. Ahí me fui por el mundo viajando y por esas cosas de la vida, pues, me enamoré de varias brasileñas. Fue, te puedo decir, pasó todo eso por amor.
¿Cuál es la importancia de desarrollar un cine que desarrolle un puente entre Puerto Rico y Brasil y de ahí para el resto de Latinoamérica?
Pues eso. Eso en cierta manera, pues es, verdaderamente nosotros somos aislados, somos una isla, por lo tanto somos aislados y los únicos puentes que nosotros tenemos verdaderamente son hacia el norte. Como nosotros somos una colonia, una dependencia de los Estados Unidos todo, todo, nuestros vínculos, todos nuestros puentes, son hacia el norte. Y nosotros prácticamente que estamos, te lo pongo entre comillas, pa’ que no me digan que estoy diciendo embustes, estamos prácticamente prohibidos de viajar para el sur. No es que estemos prohibidos, pero que todos los incentivos son para que tú vayas al norte. Las universidades del norte, Princeton, Harvard, pero nadie nunca habla de la USPI, de San Paolo o de la UCD, de Venezuela. ¿Entiendes? Entonces, hay cierto condicionamiento, un lavado cerebral pa’ que tú te vayas pal norte y no pal sur. ¿Y por qué? Porque cuando tú te vas pal’ norte, tu vas a hacerle trabajos meniales a los americanos, tu vas a hacer un acólito de los americanos, y cuando, si tú te vas pal’ sur, tú te vas a encontrar un chorro de primos y primas igualitos que nosotros, que bailan salsa, que les encanta la magia, y las cosas como son. Y quizás nosotros podamos querer unirnos a ellos en vez de a los americanos. Y eso a ellos no les interesa. Entonces por eso es que nosotros los puertorriqueños si queremos buscar verdaderamente somos como si fuéramos hijos adoptivos, que nos adoptó un padre americano y de repente nos damos cuenta de que ese tipo no es nuestro papá. Y que nosotros entonces nos viramos hacia el sur, y vamos a buscar quienes son nuestros verdaderos padres biológicos que están en Venezuela, en Brasil, en Argentina, en Perú, en Paraguay, en Uruguay. Que eso es nuestra familia lingüística y nuestra familia cultural. Nosotros pertenecemos a ese mundo y no a aquel otro que nos están tratando de forzar.
CONTINUARÁ
domingo, 19 de septiembre de 2010
Victoria de Anon sobre RIAA: La revolución toma por sorpresa los medios cibernéticos
Al parecer el espinado juego de la ciber-guerra ha tomado un giro drástico. Totalmente no ortodoxo fue el movimiento del “Supreme Final Boss of the Internet” Anonymous (un colectivo formado por millones de usuarios de espacios de mensajería cibernética, en adelante referido como Anon) ante la amenaza del Recording Industry Association of America (en adelante RIAA) de detener, de una vez y por todas, las descargas que se llevan a cabo en las páginas de “Torrents”. Al parecer Anon perfeccionó un “distributed denial-of-service attack” contra la pagina de la RIAA y de Aiplex, entidad contratada por la primera para acabar con la piratería.
Aquí tienen el texto de la noticia. Aseguro que propenderá a tremendas discusiones en cuanto al Derecho Cibernético y la teoría de la esfera pública de Habermas.
TEXTO TOMADO DE
http://feedproxy.google.com/~r/Techcrunch/~3/R2ck0c7UOrU/.
***
RIAA Goes Offline, Joins MPAA As Latest Victim Of Successful DDoS Attacks
Alexia Tsotsis 3 hours ago
In an offense called “Operation Payback,” members of the Internet collective Anonymous have organized what seems to be anti anti-piracy movement. Dubbed by Torrent Freak as the ”protest of the future” the group has been pretty busy over the past 36 hours launching DDoS attacks on the MPAA, Indian anti-piracy site AiPlex Software and today both RIAA.com and RIAA.org. The attacks are apparently in retaliation for comments the CEO of Aiplex software made about his firm being hired by the film industry to take down The Pirate Bay.
The original call to arms below:
How fast you are in such a short time! Aiplex, the bastard hired gun that DDoS’d TPB (The Pirate Bay), is already down! Rejoice, /b/rothers, even if it was at the hands of a single anon that it was done, even if ahead of schedule. now we have our lasers primed, but what do we target now?
We target the bastard group that has thus far led this charge against our websites, like The Pirate Bay. We target MPAA.ORG! The IP is designated at “216.20.162.10″, and our firing time remains THE SAME. All details are just as before, but we have reaimed our crosshairs on this much larger target. We have the manpower, we have the botnets, it’s time we do to them what they keep doing to us.
REPEAT: AIPLEX IS ALREADY DOWN THANKS TO A SINGLE ANON. WE ARE MIGRATING TARGETS.
From the Anonymous media kit:
Operation:Payback is a bitch.
DATE \September 19, 2010\
To whom it may concern,
This is to inform you that we, Anonymous, are organizing an Operation called “Payback is a bitch”. Anonymous will be attacking the RIAA (Recording Industry Association of America), the MPAA (Motion Pictures Association of America), and their hired gun AIPLEX for attacks against the popular torrent and file sharing site, the Piratebay (www.thepiratebay.org). We will prevent users to access said enemy sites and we will keep them down for as long as we can. But why, you ask? Anonymous is tired of corporate interests controlling the internet and silencing the people’s rights to spread information, but more importantly, the right to SHARE with one another.The RIAA and the MPAA feign to aid the artists and their cause; yet they do no such thing. In their eyes is not hope, only dollar signs. Anonymous will not stand this any longer.We wish you the best of luck.
Sincerely,
Anonymous,
We are legion.
Both RIAA sites currently offline (they went down 5 minutes before schedule), as people continue to mobilize through the 4Chan message boards and Twitter, using the LOIC (Low Orbit Ion Cannon) DDoS tools to initiate independent attacks, and continuing to make what would seem unlikely for a group of people called Anonymous, celebratory tweets.
For all the “future of cyber protest” rhetoric, it remains to be seen how much effect a flood of traffic and a few hours of downtime will have on changing RIAA or MPAA piracy policy. After all, despite yesterday’s sustained attacks, the MPAA site is back up and running, snow owls and all.
martes, 14 de septiembre de 2010
Yuxtaposición...otro debate literario para reirse!
Apunta la Dra. Carmen Dolores Hernández que La velocidad de lo perdido es en sí, una metáfora que describe el proceso mismo del lanzamiento de esta novela, o sea, una pérdida a causa de la velocidad.
Confieso que no soy quien para dirimir con la excelsa figura de la crítica isleña. Sin embargo, ante el seguro embate que le darán a mi humilde sección radial, me veo en la obligación de exponer las razones por las cuales mi lectura de La velocidad de lo perdido de Cezzane Cardona se muestra en abierta pugna con lo expresado en La Revista, del rotativo El Nuevo Día.
Vale decir que no estoy ni con el título, ni con la experiencia que tiene la Profesora para pasar los ojos sobre las hojas. Yo apenas comienzo una carrera un tanto fragmentada, mientras ella es una exquisita fuente de información literaria y cultural, con la cual, lo admito, muchas veces estudio para estar al tanto de lo que ocurre en el quehacer literario del país. De eso no hay nada malo. No obstante, ¿por qué la crítica apunta a dos nortes distintos?
Indica la publicación de la Profesora que “[n]o queda claro hacia adónde va y qué se propone el novelista. Tal como está, carece de interés; carece incluso –en algunos pasajes- de corrección (algo que se hubiera podido subsanar fácilmente en la fase de la edición).”
Soy del parecer que la Dra. Carmen Dolores Hernández estriba en un planteamiento cierto, un tanto incisivo y curiosamente se plantea como una introducción fuertísima hacia lo que será su lectura de La velocidad de lo perdido. Pero, ¿a qué se debe el que no haya hecho mención de semejantes observaciones en mi sección? Lo primero es que no estoy en la posición de acribillar a ningún escritor que aparece en mi espacio. Es una falta de respeto el que, luego de que me haya perdido entre los estantes de libros (luego de que ninguna editorial se dignara en llevar sus textos a la estación), opte por criticar una obra que en el primer esfuerzo pude haberla dejado tranquila en el estante. O sea, el crisol que utilizo se basa en varios factores: Fecha de publicación, análisis comparativo de otras publicaciones a la mano y, tristemente confieso, cuanto puede aguantar mi pobre bolsillo para la adquisición de estas obras. Como ven estoy anquilosado de primera mano.
Es manifiesto que lo que se publica día a día es poco, no puedo exigir que la producción literaria puertorriqueña lleve cierta “velocidad”. Por otro lado, no todo lo que sale tiene la misma calidad que uno espera. Forzoso es concluir que opuesto a lo que uno desearía, uno se conforma con lo que hay y, dentro de “lo que hay” existen elementos buenos y malos.
Por otro lado, los criterios a la hora de redactar mi sección son estrictamente los “usuales” y por lo tanto me los reservo.
¿Qué pinta La velocidad de lo perdido en todo esto?
Sencillo, de entre las obras que estuve leyendo, sobrepasa a otras que seriamente dudo que la Profesora considere agradables. No voy a mencionar sus títulos. No estoy para ser enemigo de nadie. Cada cual será juzgado por sus lectores.
Indica Carmen Dolores Hernández que “[t]an repetitivos y gráficos son los pasajes sexuales que cabría preguntarse si se utilizan como recurso para ampliar la lectoría de la novela. No parecen tener muchas otras justificaciones.”
Considero que es un señalamiento cierto, la novela explota el uso de esos elementos. No obstante, ¿por qué el autor se vale de ellos? Me parece que la expresión sexual conlleva cierta pérdida y, sin entrar en las disquisiciones teóricas de rigor literario, el sentido de marginalidad isleña que presenta Rodríguez Julia mezclado con la sinfonía de La Guaracha del Macho Camacho, son los caracteres representativos que Cardona presenta en su obra. O sea, el tiempo del personaje es pura confusión sexual y en cierta medida es una paráfrasis de la Trilogía sucia de la Habana de Pedro Juan Gutiérrez. Quizás la intención que esgrimo del texto es incorrecta, o quizás es cierta y en realidad lo que Cardona realizó fue una pobre materialización de dicho concepto.
Por otro lado apunta la publicación en El Nuevo Día que “[e]l tono de la escritura, por otra parte, es pretensioso y grandilocuente. Se recurre a menudo a frases contundentes –sentencias- que dejan perplejo al lector.”
Las sentencias existen, están allí, lea y las evaluará. Entiendo que la realidad de Cardona era establecer que esa era la naturaleza de su personaje, un idiota que se quedó sin los sueños pero con las manos repletas de reflexiones vacías. Sufre la pérdida a razón de que el materialismo marxiano lo deja en la hecatombe: A Miguel el capitalismo lo venció, sus ideas se hicieron excremento, no le queda nada más en la vida que el sexo, los pensamientos “perla” y una historia absurda que contar sobre como recurrió al enigmático muro para saciar ese vacío. Por lo menos esa es mi impresión; sin embargo, recalco que la visión de la Profesora no está, para nada, separada de la realidad. Lo cierto es que Cardona pudo haber pulido su estilo, o por lo menos pudo haber presentado una excelente idea sin tener que rayar en la frontera resbaladiza del snob.
Concluyo, para no redondear mucho (y considerando la premura de que tengo una clase de Derecho Notarial en las costillas a la vuelta de la esquina) que la obra de Cezzane es imperfecta. ¿Cuál no lo es? Sin embargo, supera a otros textos, incluso de algunos que se hacen llamar “profesores” y supuestamente enseñan como “escribir” narrativa o quizás de aquellos que encuentran juicioso hacer literatura teniendo como base películas pornográficas sumadas a la trillada canción 40 y 20.
La Dra. Carmen Dolores Hernández seguirá siendo una “dura” en la materia, sin embargo, yo me mantengo en el banco, y solo me sacan a jugar el partido de vez en cuando. Ella tiene el nombre y la experiencia para apuntar sus cañones a los libros que quiera, en cambio yo, pobre lector ocupado, me limito a mencionar lo bueno y a saber que es mejor figar de vez en cuando un libro aún cuando hayan otros que me produzcan ganas de torturarlos y exponer sus pobres vísceras a los ojos de los demás con un cartel que indique: ¡CUIDADO... AQUÍ YACE, LACERADO, EL ANIMAL DE LA MALA LITERATURA!
Adjunto el texto original de la Profesora Carmen Dolores Hernández para que evalúen los comentarios. Me alegro, pues dialécticas como esta forjarán un mejor acercamiento a la literatura de Puerto Rico.
La revista
12 de septiebre de 2010
Juventudes encontradas... en Puerto Rico
La prisa es mala consejera a la hora de publicar, como lo demuestra esta novela
Por: Carmen Dolores Hernández
La velocidad de lo perdido
Cezanne Cardona
San Juan: Terranova Editores, 2010, 255 pp.
La prisa es mala consejera, especialmente si de publicar un libro se trata. Esta, por ejemplo, es una novela que hubiera mejorado con más pensamiento y trabajo, con más dirección. No queda claro hacia adónde va y qué se propone el novelista. Tal como está, carece de interés; carece incluso –en algunos pasajes- de corrección (algo que se hubiera podido subsanar fácilmente en la fase de la edición).
...
El contenido erudito –todo sea dicho- le cede el campo rápidamente al sexual. Esta es una novela que abunda en sangre, secreciones y semen. No se trata sólo de la muchacha muda, Silencia, a quien conoce Miguel tan pronto baja del avión en Berlín. Su universo sexual es ciertamente variado. En el texto empieza con la azafata del avión en el que viaja y con los recuerdos frecuentes –sin ahorrar pelos y señales- de su relación con Milena, la argentina que lo instó a viajar a Berlín para que encontrara, según dice él mismo, “el fracaso que necesitaba para convertirme en escritor”. Figura asimismo en la acción la que tuvo de índole sexual con una condiscípula de la UPR, Malva, en la que interviene también su amigo chileno, Ernesto, y la de éste en París con una niña. Tan repetitivos y gráficos son los pasajes sexuales que cabría preguntarse si se utilizan como recurso para ampliar la lectoría de la novela. No parecen tener muchas otras justificaciones.
El tono de la escritura, por otra parte, es pretensioso y grandilocuente. Se recurre a menudo a frases contundentes –sentencias- que dejan perplejo al lector. “El oído está hecho para la pérdida”; “…detrás del mostrador había un carnaval de sonrisas, de abrazos, de aplausos sin música; la misma algarabía que se supone que tienen los que saben apreciar todas las revoluciones perdidas”; “las despedidas viven del vacío de las manos”; “Sus senos eran escasos, pero necesarios. Era esbelta y para ser alemana tenía las caderas anchas como si su cuerpo fuera más de una vez”; “…las vergas grandes … y las ventanas son sentimientos sobrevalorados”. Nos encontramos a menudo con tales “perlas” en el resbaladizo camino de esta lectura.
... Esperábamos algo mejor de un narrador que ha probado ser muy buen cuentista. La prisa es, sin duda, muy mala consejera.
Confieso que no soy quien para dirimir con la excelsa figura de la crítica isleña. Sin embargo, ante el seguro embate que le darán a mi humilde sección radial, me veo en la obligación de exponer las razones por las cuales mi lectura de La velocidad de lo perdido de Cezzane Cardona se muestra en abierta pugna con lo expresado en La Revista, del rotativo El Nuevo Día.
Vale decir que no estoy ni con el título, ni con la experiencia que tiene la Profesora para pasar los ojos sobre las hojas. Yo apenas comienzo una carrera un tanto fragmentada, mientras ella es una exquisita fuente de información literaria y cultural, con la cual, lo admito, muchas veces estudio para estar al tanto de lo que ocurre en el quehacer literario del país. De eso no hay nada malo. No obstante, ¿por qué la crítica apunta a dos nortes distintos?
Indica la publicación de la Profesora que “[n]o queda claro hacia adónde va y qué se propone el novelista. Tal como está, carece de interés; carece incluso –en algunos pasajes- de corrección (algo que se hubiera podido subsanar fácilmente en la fase de la edición).”
Soy del parecer que la Dra. Carmen Dolores Hernández estriba en un planteamiento cierto, un tanto incisivo y curiosamente se plantea como una introducción fuertísima hacia lo que será su lectura de La velocidad de lo perdido. Pero, ¿a qué se debe el que no haya hecho mención de semejantes observaciones en mi sección? Lo primero es que no estoy en la posición de acribillar a ningún escritor que aparece en mi espacio. Es una falta de respeto el que, luego de que me haya perdido entre los estantes de libros (luego de que ninguna editorial se dignara en llevar sus textos a la estación), opte por criticar una obra que en el primer esfuerzo pude haberla dejado tranquila en el estante. O sea, el crisol que utilizo se basa en varios factores: Fecha de publicación, análisis comparativo de otras publicaciones a la mano y, tristemente confieso, cuanto puede aguantar mi pobre bolsillo para la adquisición de estas obras. Como ven estoy anquilosado de primera mano.
Es manifiesto que lo que se publica día a día es poco, no puedo exigir que la producción literaria puertorriqueña lleve cierta “velocidad”. Por otro lado, no todo lo que sale tiene la misma calidad que uno espera. Forzoso es concluir que opuesto a lo que uno desearía, uno se conforma con lo que hay y, dentro de “lo que hay” existen elementos buenos y malos.
Por otro lado, los criterios a la hora de redactar mi sección son estrictamente los “usuales” y por lo tanto me los reservo.
¿Qué pinta La velocidad de lo perdido en todo esto?
Sencillo, de entre las obras que estuve leyendo, sobrepasa a otras que seriamente dudo que la Profesora considere agradables. No voy a mencionar sus títulos. No estoy para ser enemigo de nadie. Cada cual será juzgado por sus lectores.
Indica Carmen Dolores Hernández que “[t]an repetitivos y gráficos son los pasajes sexuales que cabría preguntarse si se utilizan como recurso para ampliar la lectoría de la novela. No parecen tener muchas otras justificaciones.”
Considero que es un señalamiento cierto, la novela explota el uso de esos elementos. No obstante, ¿por qué el autor se vale de ellos? Me parece que la expresión sexual conlleva cierta pérdida y, sin entrar en las disquisiciones teóricas de rigor literario, el sentido de marginalidad isleña que presenta Rodríguez Julia mezclado con la sinfonía de La Guaracha del Macho Camacho, son los caracteres representativos que Cardona presenta en su obra. O sea, el tiempo del personaje es pura confusión sexual y en cierta medida es una paráfrasis de la Trilogía sucia de la Habana de Pedro Juan Gutiérrez. Quizás la intención que esgrimo del texto es incorrecta, o quizás es cierta y en realidad lo que Cardona realizó fue una pobre materialización de dicho concepto.
Por otro lado apunta la publicación en El Nuevo Día que “[e]l tono de la escritura, por otra parte, es pretensioso y grandilocuente. Se recurre a menudo a frases contundentes –sentencias- que dejan perplejo al lector.”
Las sentencias existen, están allí, lea y las evaluará. Entiendo que la realidad de Cardona era establecer que esa era la naturaleza de su personaje, un idiota que se quedó sin los sueños pero con las manos repletas de reflexiones vacías. Sufre la pérdida a razón de que el materialismo marxiano lo deja en la hecatombe: A Miguel el capitalismo lo venció, sus ideas se hicieron excremento, no le queda nada más en la vida que el sexo, los pensamientos “perla” y una historia absurda que contar sobre como recurrió al enigmático muro para saciar ese vacío. Por lo menos esa es mi impresión; sin embargo, recalco que la visión de la Profesora no está, para nada, separada de la realidad. Lo cierto es que Cardona pudo haber pulido su estilo, o por lo menos pudo haber presentado una excelente idea sin tener que rayar en la frontera resbaladiza del snob.
Concluyo, para no redondear mucho (y considerando la premura de que tengo una clase de Derecho Notarial en las costillas a la vuelta de la esquina) que la obra de Cezzane es imperfecta. ¿Cuál no lo es? Sin embargo, supera a otros textos, incluso de algunos que se hacen llamar “profesores” y supuestamente enseñan como “escribir” narrativa o quizás de aquellos que encuentran juicioso hacer literatura teniendo como base películas pornográficas sumadas a la trillada canción 40 y 20.
La Dra. Carmen Dolores Hernández seguirá siendo una “dura” en la materia, sin embargo, yo me mantengo en el banco, y solo me sacan a jugar el partido de vez en cuando. Ella tiene el nombre y la experiencia para apuntar sus cañones a los libros que quiera, en cambio yo, pobre lector ocupado, me limito a mencionar lo bueno y a saber que es mejor figar de vez en cuando un libro aún cuando hayan otros que me produzcan ganas de torturarlos y exponer sus pobres vísceras a los ojos de los demás con un cartel que indique: ¡CUIDADO... AQUÍ YACE, LACERADO, EL ANIMAL DE LA MALA LITERATURA!
Adjunto el texto original de la Profesora Carmen Dolores Hernández para que evalúen los comentarios. Me alegro, pues dialécticas como esta forjarán un mejor acercamiento a la literatura de Puerto Rico.
La revista
12 de septiebre de 2010
Juventudes encontradas... en Puerto Rico
La prisa es mala consejera a la hora de publicar, como lo demuestra esta novela
Por: Carmen Dolores Hernández
La velocidad de lo perdido
Cezanne Cardona
San Juan: Terranova Editores, 2010, 255 pp.
La prisa es mala consejera, especialmente si de publicar un libro se trata. Esta, por ejemplo, es una novela que hubiera mejorado con más pensamiento y trabajo, con más dirección. No queda claro hacia adónde va y qué se propone el novelista. Tal como está, carece de interés; carece incluso –en algunos pasajes- de corrección (algo que se hubiera podido subsanar fácilmente en la fase de la edición).
...
El contenido erudito –todo sea dicho- le cede el campo rápidamente al sexual. Esta es una novela que abunda en sangre, secreciones y semen. No se trata sólo de la muchacha muda, Silencia, a quien conoce Miguel tan pronto baja del avión en Berlín. Su universo sexual es ciertamente variado. En el texto empieza con la azafata del avión en el que viaja y con los recuerdos frecuentes –sin ahorrar pelos y señales- de su relación con Milena, la argentina que lo instó a viajar a Berlín para que encontrara, según dice él mismo, “el fracaso que necesitaba para convertirme en escritor”. Figura asimismo en la acción la que tuvo de índole sexual con una condiscípula de la UPR, Malva, en la que interviene también su amigo chileno, Ernesto, y la de éste en París con una niña. Tan repetitivos y gráficos son los pasajes sexuales que cabría preguntarse si se utilizan como recurso para ampliar la lectoría de la novela. No parecen tener muchas otras justificaciones.
El tono de la escritura, por otra parte, es pretensioso y grandilocuente. Se recurre a menudo a frases contundentes –sentencias- que dejan perplejo al lector. “El oído está hecho para la pérdida”; “…detrás del mostrador había un carnaval de sonrisas, de abrazos, de aplausos sin música; la misma algarabía que se supone que tienen los que saben apreciar todas las revoluciones perdidas”; “las despedidas viven del vacío de las manos”; “Sus senos eran escasos, pero necesarios. Era esbelta y para ser alemana tenía las caderas anchas como si su cuerpo fuera más de una vez”; “…las vergas grandes … y las ventanas son sentimientos sobrevalorados”. Nos encontramos a menudo con tales “perlas” en el resbaladizo camino de esta lectura.
... Esperábamos algo mejor de un narrador que ha probado ser muy buen cuentista. La prisa es, sin duda, muy mala consejera.
La velocidad de lo perdido de Cezzane Cardona
La velocidad de lo perdido
Cezzane Cardona
Terranova
Páginas 260
La velocidad de lo perdido de Cezzane Cardona es una novela nueva en el panorama literario puertorriqueño, llena de astucia narrativa y sentido histórico político. Esta es la primigenia obra extensa de un autor joven con un futuro muy, muy prometedor en al narrativa isleña.
Curiosamente La velocidad de lo perdido se centra en el tema de Berlín, ciudad ecléctica y marcada por el sinsentido político hasta el desplome del símbolo mundial del Berliner Mauer. El debate entre el mundo capitalista y el socialista se inserta en el personaje principal, un maduro académico que, según su parecer, está destinado al fracaso literario. Sin embargo, lo que asombra de esta novela no es la manera en que un autor puertorriqueño domina la imprescindible controversia ideológica que ha perdurado hasta el presente, sino como una voz narrativa fina y flexible se maneja entre los adjetivos precisos y las citas constantes a textos esenciales de la literatura internacional.
La velocidad de lo perdido narra las vicisitudes de un viajero antillano que se entrelaza con otros coloridos residentes de la Berlín, post caída del muro. Fetos de novelistas, prostitutas, escultoras mudas, amantes ninfomaníacas y estrellas pornográficas se mezclan con la crítica a la lucha estudiantil del Recinto de Río Piedras en pro del socialismo y el debate entre la academia y la creatividad.
Cezzane Cardona ha cumplido con el único mandamiento que exige la literatura, el leer. Su estilo moderno y cadencioso guarda una mezcla extraña entre Rodríguez Julia y Luis Rafael Sánchez. Parecería exagerar, pero lo cierto es que el ojo juicioso comprenderá que La velocidad de lo perdido supone un nuevo marco artístico, mucho más influenciado por el mundo europeo que por el estadounidense.
Pocas veces se ve una novela como esta en nuestras librerías. Capaces de obligar a hacer una lectura lenta y minuciosa, que obliga a repasar la historia y los ideales políticos. En definitiva, esta novela puede clasificarse como una que emerge luego de la experiencia de la Huelga Universitaria del 2010. Cardona expresa en ella una mirada reflexiva a un Berlín que marcó la historia del mundo, su personaje es la encarnación del impacto del comunismo europeo, ya enflaquecido por sus enemigos, en la conciencia antillana.
Le recomiendo La velocidad de lo perdido a aquellos amantes de la literatura nueva. No obstante será devorada también por curiosos de los temas políticos, la historia y la filosofía.
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